sábado, 17 de marzo de 2018

04206-70.IMPOSIBLES: Reencuentro con mis padres

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     Una masa de agua entre picos imposibles detenían mi camino; no sé de dónde venía, no sé hacía dónde caminaba. El lago en apacibilidad, borboteaba agua a mi izquierda, el agua, en pachorra, era fresca pero extraña, plácido lago entre montañas. El silencioso silencio no dejaba correr sonido alguno entre las duras piedras encrespadas, dolientes y atrapadas entre verdores asentados en toda la escala. Árboles solitarios, como enfrentados entre ellos, llenaban la estampa de un espacio cerrado; pude ver los restos de una barca, una serpiente que me miraba, un roedor algo más lejos, nubes en lo alto y una tierra húmeda que parecía se ahogaba. Todo el entramado era suspensión en calma.

      Emergieron unas rocas, una senda quedó formada, y al pisar yo el vericueto, abajo se vinieron las rocas que antes asomaron, mientras quedaba yo en una habitación en solitario; vi un lecho, dos cuerpos sobre el lecho, y dos manos que me señalaban fuera al lecho, lo que hice y entré en el lecho, entre ambos cuerpos quede dulcemente arropado. 

     Pude ver sobre un cuerpo la cabeza de mi padre, sobre el otro cuerpo pude ver la cabeza de mi madre, y pude sentir como de mi padre salía y entraba en mi madre, entre ambos acolchado en aquel lecho, y así los tres nos quedamos.... amándonos.

     Abrí los ojos, cuando el sol estaba en lo más alto, un día de setiembre, entre cantos de pájaros, y fue lo primero que vi a la serpiente dando cuenta del roedor en su estomago, y pude comprender como era la vida un mal trago. 

     Hoy he vuelto al lago, allá dónde mis padres dormitan callados, y entre ambos sigo reposando, bajo la inmovilidad de las aguas, mirando las crestas, no sabiendo qué estoy esperando.

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