miércoles, 6 de marzo de 2024

08097-164.LIBROS: 47.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 02.Estado y Sociedad

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08088 (01.03.2024 -  46.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                        de Nietzsche
                                   01.Estado y Sociedad)

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08121 (15.03.2024 - 48.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                      de Nietzsche
                                  01.Iglesia y Sacerdotes: La humildad)



       La SOCIEDAD, por otra parte, resulta despreciable a Nietzsche; formada por toda una suerte de hombres, como los que ya han sido citados en páginas anteriores, se presenta como el sostén de El Estado. Su espacio físico es la plaza pública y el espacio imaginario de su ser es la creencia en aquello que los ojos no ven. De tal modo se ha entender la oposición a Zaratustra por parte de los hombres. 

       Cabe en esto destacar, ya hemos hecho referencia a esto, el primer discurso de Zaratustra al pueblo y el resultado obtenido. “Quiero hablaros del superhombre” dice Zaratustra mientras espera el Volatinero para iniciar su actuación. Afirma que el hombre no ha dejado de ser un mono, y que es el mono un motivo de risa para el hombre, de igual modo que el hombre es un motivo de risa para el superhombre. Les advierte que dejen las esperanzas ultraterrenas y que permanezcan fieles a la tierra, manifestándoles que Dios ha muerto. 

       La respuesta a este primer discurso, del todo insultante, es desalentadora; “ya hemos oído hablar bastante del volatinero, ahora queremos verlo”, y se ríen de Zaratustra todos cuantos están en la plaza pública e inicia el volatinero su actuación. 

       A partir de este momento, todo el entramado de discursos de Zaratustra se dirige contra la sociedad que se niega a escucharle y, en especial, contra el hombre que forma parte de dicha sociedad. Ahora es consciente Zaratustra de que la grandeza del hombre reside en ser un puente para llegar al superhombre y no un fin para sí mismo, que el hombre en un tránsito, cruzar el abismo por el puente, mostrándose como un crepúsculo que da inicio al superhombre. 

      No obstante, Zaratustra conserva el amor por determinados hombres; ama a los que viven para desaparecer, a los que desprecian, al que quiere conocer, al que ama a su virtud, no posee muchas virtudes y hace de su espíritu su destino, al que da y no recibe, al que posee alma, de manera que el hombre se ha de señalar una meta.

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