miércoles, 13 de marzo de 2024

08116-97.EL VIAJERO MADURO: 07.Cádiz: Ruta nº5: Barrio de San Francisco

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08113 (12.03.2024 - 06.Cádiz: Ruta nº4
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      El Viajero Maduro regresa a la Plaza de San Juan de Dios; hace sol, todo parece brillar y el sentir de ser, la del día de hoy, la última ruta, en cierto modo, se apodera de Cómodo Centón. El tiempo ha pasado en estos días en Cádiz, pero, ¿dónde está el tiempo?, está aquí, presente está, pero Cómodo lo busca y no lo haya. Recuerda a Wittgenstein, "¿a dónde va el presente cuando se convierte en pasado?" y añade "¿dónde está el pasado?

     Es un instante de tiempo donde Wittgenstein ya es pasado, cuando, en realidad, el presente es este estar en Cádiz. Y Cómodo respira mientras toma su café y su cruasán con queso y jamón en su interior, está bueno; lo cierto es que Cómodo ha comido y bebido muy bien Cádiz.

    El PASEO/PARQUE DE CANALEJAS tiene forma triangular y se extiende a lo largo de uno de los muelles del puerto, sobre 250 metros de largo por 20 metros en su parte más ancha. En su interior hay un camino central que lo recorre, un edificio circular sin uso y un monumento a Blas de Lezo. Al llegar a su ángulo más agudo, el Viajero Maduro toma la calle Rubio y Diaz y llega a la IGLESIA DE SAN AGUSTÍN, el cual, en sus "Confesiones" habla del tiempo; del siglo XVII y reformado en el siglo XVIII, fue un convento. El edificio es de tres alturas con seis huecos. La portada es de mármol y manierista y de color blanco. A la derecha vemos el campanario, que es ostionero en las tres alturas y terminado con tres alturas añadidas en blanco. Es de tres naves con bóveda de cañón la central y vaídas en las laterales, con  pilastras toscanas y cúpula sobre pechinas. El patrimonio artístico es hermoso, y a los pies del templo ve Cómodo a dos mojas tras unas rejas que parecen dispuestas a venderle algo. 

      Sigue por la Plaza de San Agustín que más parece una calle y al llegar a la esquina toma la calle Rosario hacía la derecha. Pronto aparece la joya de la ruta de hoy, es el ORATORIO DE LA SANTA CUEVA, un lugar que no tiene desperdicio alguno. La entrada, de blanco y crema, es pequeña e incómoda, y en absoluto anuncia lo que viene. La escalera se le antoja a Cómodo algo peligrosa por la declinación de la misma, de mármol dispone de peldaños semicirculares con voladizos y balaustres de color crema, la baranda del mismo color queda sujeta por una guía en color azul muy fuerte con laminados blancos, siendo el pasamos del mismo color; la baja con extremo cuidado, su nobleza es innegable. En la Capilla Inferior, del año 1783, se advierte un espacio pequeño y austero, con simple cruces de madera en las paredes, con pocos bancos, de blanco las paredes salvo la base que es roja, y la imagen completa de seis figuras de un calvario bajo una cúpula se entrelaza con un silencio sepulcral; sabe a inframundo y una parte de Cómodo se encoje. Por la misma escalera, y tras un zaguán, se accede a la Capilla Superior de 1796 de forma ovalada y con una riqueza artística que parece no tener fin, destacando el templete del sagrario que la preside; Cómodo emplea algo más de media hora en su visualización. 

        Ya en la calle del Rosario y junto al Oratorio se encuentra la Ilesia del Rosario; duda El Viajero Maduro entre entrar en el templo o buscar dónde tomarse una manzanilla pues ya es mediodía. Le pregunta el camarero de qué quiere la infusión, Cómodo perplejo no responde, sonríe el camarero, toma la botella y sirve el líquido ligeramente fresquito. Pasan los minutos; ahora sí, ya está listo para entrar en la IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO y como recuerda cuanto ha visto en el Oratorio, el templo le resulta, entiéndase, algo insulso. Aquí se levantó una ermita, estuvieron la Monjas Agustinas, siglo XVI, aunque su fisonomía es del siglo XVIII, muy academicista, dividida la fachada en tres tramos y un tímpano triangular, lo que resulta difícil de observar por la estrechez de la calle; es de cruz latina y tres naves, de tipo barroco y blancas sus paredes, un púlpito en rosa, amarillo y verde, con un órgano a los pies de la fábrica y en altura, con arcos de medio punto coronados por una franja ocre. Se sienta Cómodo en un banco y espera, no se sabe qué. 

      Subiendo por la calle Rosario hacia el norte hay vida en esta calle, y llegando a la PLAZA DE SAN FRANCISO ve abundante vida; está conformada por dos filas de árboles, una especie de parterre central sin vegetación, donde es posible tomar asiento, y dos farolas con cinco luminarias cada una, abundantes sillas y mesas, y al fondo un templo; pasea Cómodo. Los edificios son de tres y cuatro alturas, blancos y cremas, y se levanta una pequeña fuente para calmar la sed; Cómodo bebe. 

       Ha llegado la hora del comer y beber.

       La tarde es agradable; frente la Cómodo se levanta la fábrica de TEMPLO DE SAN FRANCISCO, de paredes lisas y blancas, y una sencilla portada de acceso entre pilastras corintias y una hornacina superior, rematado todo con un cimborrio y una torre a la derecha con campanas. En la puerta tres caballeros de traje azul de chaqueta y corbata conversan. Cómodo se acerca; le informan que en breve se iniciará un quinario al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y recibe un folleto; de seguido entra en el templo que es del siglo XVI aunque con aspecto del siglo XVII; es más enorme que pequeño y con profusa decoración, una sola nave con capillas laterales, blanco con decoración en amarillos y una cúpula de doble piso de tránsito. El retablo mayor es de madera dorada y estructurada en tres calles por columnas corintias y querubines, y rocallas. En esto emplea bastante tiempo Cómodo. Pronto un surtido grupos de hombres de traje azul de chaqueta y corbata toman asiento en los bancos, y sin más demora se inicia el quinario; El Viajero Maduro asiste durante unos quince minutos, y sale. 

       La noche ha llegado; por el Callejón del Tinte llega a la PLAZA DE MINA, antiguo huerto del Convento de San Francisco, una plaza cuadrada con profusión de especies arbóreas que, al parecer, ha padecido diversos cambios de ornamentación interior, hay donde sentarse y esperar el paso del tiempo; las casas que rodean la plaza son diversos estilos arquitectónicos, barroco, neoclásico e isabelino. Aquí se encontraba el Convento de Franciscanos, actual MUSEO DE CÁDIZ, un arqueológico bastante decente pero mal definido en su interior; Cómodo lo visita y puede ver la evolución desde la prehistoria, siguiendo el Gadir fenicio-púnico y Roma, destacando unos sarcófagos antropoides fenicios. 

      Al salir, la noche ya es plena; Cómodo deambula entre gentes que van y vienen, pasa por la Plaza de San Antonio, la iglesia está cerrada, por la Calle Ancha y la calle del Toro, llega a la PLAZA DE LA CANDELARIA que está presidida por Emilio Castelar y donde una pequeña fuente de mármol blanco adornada con peces y caras de león llama la atención de Cómodo.

     Resta llegar, entre calles que zigzaguean, a la calle Plocia, donde cenar, para después ingerir un brandy en la Plaza de San Juan de Dios.

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