martes, 23 de abril de 2024

08193-06.ISLAS CANARIAS: Manifestación contra el turismo de masas

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02019 (18.10.2014 - 03.Del Petróleo y su refrendo: 01.Manifestaciones)

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       Se ha celebrado una manifestación en las ISLAS CANARIAS contra la masificación turística; dicen los lugareños que la costa de las islas está invadida, que han subido los precios de las casas y de los alquileres, y que los sueldos son los segundos más bajos de España, entre otras consideraciones. 

       Admitamos que todo lo anterior es cierto y que la situación de los pobladores de las islas es crítica, lo que nos lleva a determinar el por qué la citada situación ha llegado al punto actual y que no deja de ser la continuidad de lo que ya acontece en otros lugares como Las Islas Baleares.

      Sí volvemos al pasado debemos de reconocer que la tierra canaria estaba en manos de los canarios hasta que un buen día los primeros turistas llegaron y fueron recibidos con alegría; visitaban monumentos, comían en restaurantes, llenaban bares por las noches, dormían en hoteles, recorrían en autobús las islas y comenzaban a comprar casas y huertos para sus vacaciones, incrementando de tal modo los impuestos ingresados en el ayuntamiento y los puestos de trabajo. Los lugareños vieron en esta llegada la posibilidad de vivir mejor y ganar dinero con el aumento de los precios de la tierra que vendían al mejor postor. 
 
       Unos y otros, indígenas y turistas, se beneficiaban mutuamente de un sistema de intercambio hasta que los naturales de las islas se quedaron sin poder vender su patrimonio a los turistas, y entraron en la fase en la cual quedaron sometidos al poder económico de los visitantes, los cuales siguieron llegando y aumentando, con su capacidad monetaria, los precios de las cosas, desplazando a los lugareños a lugares más degradados. 

       Sí se ha entendido todo lo anterior, se puede entender que el primer culpable de que una tierra caiga en manos de turistas es el NATURAL DEL TERRENO, en este caso el canario, que, llevado, por su ansia de riqueza vende sus huertos o bien transforma sus huertos en calles, casas, hoteles, restaurantes y salas de fiestas entre otras actividades, aumentando de tal modo la degradación de los recursos naturales. Con estas ventas el natural de la tierra pierde su poder, los apellidos históricos del lugar desaparecen y el resultado es que los lugareños descendientes ya no son nada, porque nada tienen que vender, y los turistas quedan asfixiados por el encarecimiento de la vida. 

     Con esto llegamos al segundo culpable, el TURISTA, el cual tiene que aprovechar esa semana de vacaciones que se puede pagar a un precio económico, viviendo como en el sueño de un señor que puede hacer lo que considere necesario ya que paga para disfrutar al máximo de ese destino que le tiene sin cuidado pues volverá a su pueblo en cuanto el tiempo le obligue.

     Queda, no obstante, un tercer culpable; se trata de los POLÍTICOS, los cuales, abducidos por los primeros turistas y el aumento, vía impuestos, de los ingresos municipales, obcecados por las primeras ganancias e ignorantes de las consecuencias de la despoblación autóctona, concedían licencias urbanistas sin control alguno para, de seguido, crear planes urbanísticos que se sucedían al infinito e infinitamente, produciendo un aumento disparatado del nivel de vida y condenando a los indígenas a la miseria en su propia tierra.  

        La riqueza de un pueblo es la tierra transmitida de generación en generación, pero, cuando el valor de una tierra se vende, la población de origen desaparece y la vida se vuelve un imposible.

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