viernes, 26 de abril de 2024

08203-173.LIBROS: 56.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 02.Conclusiones: Razón y Locura: La Idea

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                                  03.Conclusiones: 01.La Doctrina)


      Nietzsche ha transformado su razón en locura, lo que le permite odiar al Hombre y amar al Superhombre, más, en este proceso, no logra dejar de ser un hombre para ser un superhombre, simplemente sueña con la posibilidad de ser algo más que un hombre. He aquí que se desdobla Zaratustra como superhombre o en aquello que no puede decir como hombre. 

        Enlaza lo anterior con Wittgenstein, quien afirma que algo se puede decir y mostrar, aquello que tiene sentido. Nietzsche nos dice que el Hombre vive en una plaza pública y nos muestra la realidad de dicha plaza, esto tiene sentido. Al mostrarnos la plaza nos señala lo que hay más allá del abismo, expresando un sinsentido que no puede explicar. Finalmente, no logra ni mostrar ni decir qué expresa como Superhombre o un absurdo, para lo cual emplea un contrasentido. En esto último sigue Nietzsche la línea de Stirner, es decir, el Hombre tiene que dejar de ser la propiedad de otro y convertirse en la propiedad de sí mismo. Y de igual modo se podría decir con lo que expresa Cómodo Centón al afirmar que el Hombre debe de romper la línea del círculo y salirse por un punto tangente. 

       Dichos citados cuatro autores se encuentran en un campo común, ninguno de ellos define conceptos y significados, no establecen el proceso de ejecución que sirva de guía para modificar, a nivel práctico, “el ser del hombre”, sino que delatan su ignorancia al quedar detenidos en la línea que separa la idea de su práctica. 

        Una IDEA, leemos en la Evolución de Las Ideas, “puede ser materia o mundo real, lo que vemos, una mera representación subjetiva, lo que creemos ver, y hasta la posibilidad de “saber”, lo que podemos representar. En todo caso, la Idea “no es”, no existe, no es demostrable, pero la expresamos y la trasladamos a otros; luego parece que “es” y que existe como concepto. Ahora bien, si aceptamos que la “idea es”, y lo aceptamos porque, evidentemente, la hemos tenido, la comunicamos y la desarrollamos, entendemos que existe un proceso incluso en un espacio y que corresponde a un tiempo”. Asimismo, “para que una Idea sea realidad es necesario tener capacidad para expresarla y sostenerla, así como Poder para increarla o crear lo increado”. Y de igual modo, “la idea no importa, sino el resultado obtenido de la idea”. 

         Si regresamos al primer párrafo de este epígrafe, la razón es un hecho razonable de lo que acontece en la razonable naturaleza, de forma que expresarse con la racionalidad implica ser razonable, de forma que con la razón se ubica la persona dentro de un entorno razonable como es la plaza pública, donde se vive plácidamente al pairo de los cambiantes contenidos de la razón. Si la adaptación a la plaza pública no sucede, la locura es la consecuencia de la inadaptación, de manera que la ubicación en la plaza pública tiende a producir extralimitaciones en el extenso de la plaza pública. 

       Ahora bien, la locura es solo un pasaje o intervalo de la línea de la razón, ya que toda locura termina siendo absorbida por la razón e incorporada a la naturaleza mediante el proceso histórico de los sucesos, de modo que la idea que parte de la locura queda sin locura al incorporarse como razón. 

      “Así habló Zaratustra” sigue el patrón descrito en el párrafo anterior; Nietzsche evoluciona de la razón a la locura, lo que le permite evacuar ideas fuera de la plaza pública a partir de consideraciones ya existentes. 

        La relación entre bien/mal es asunto de Zoroastro, el profeta del fuego. Zaratustra es hijo del Sol o un astro que expulsa fuego, que es luz, principio de todo, aquello que elimina la ignorancia para crear un mundo nuevo como un orden perfecto, es decir, según Nietzsche, pasar del hombre al superhombre, de los viejos valores a los nuevos valores, de forma que la extensión de tal idea requiera de un cuerpo, un alma y una conexión, todo lo cual acontece en Zaratustra, que, como Zoroastro, inicia su recorrido a los treinta años, fracasa y se retira a su montaña, reapareciendo a los cuarenta años para imponer su doctrina, la cual se inicia con la liberación de los cadáveres, pues suponen una carga innecesaria para el vivo y una contaminación para la naturaleza. De esta forma la locura se impone sobre la cordura, y se abre el camino para el razonamiento de la locura o que la locura parezca razonable.

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