lunes, 18 de abril de 2011

00534-16.PRINCIPIO DE LA HISTORIA: 02.El mito de la caverna

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Yo espere la respuesta mientras sorbía un algo de café. Siguió mi abuelo "es el efecto de la causa lo que nos mantiene inactivos. Y es la explicación del proceso, su intento en origen, lo que nos conduce a los axiomas; que la tangente toca al circulo en un punto es una realidad supuesta, en ese mismo punto vida y muerte se tocan. Ese Punto de Inflexión es la oscuridad donde somos incapaces de ver, donde todo, sencillamente, desaparece. Y es aquí donde surgen dos vías: la invención es una de ellas, el reconocimiento de esa oscuridad es la segunda vía. Inventamos el concepto de espíritu, lo definimos como puro pensamiento, y lo rodeamos de la virtud para educarnos en la realidad. El resultado es la Rememoración. Ética y moral cursan los arquetipos, de forma que podemos copiar lo que, previamente hemos inventado. La idea de Dios queda servida. Ahora bien, si frente a la fácil posición, plenamente entendible, que más allá de la oscuridad existe algo, situamos el reconocimiento de la oscuridad como incapacidad para inventar, podemos comprender que el limite está pisado, de modo que el inventar para justificar por qué no podemos avanzar deja de servirnos de argumento y de justificación. Lo que al Hombre le cuesta es reconocer, sencillamente, que no sabe continuar". Sorbí un algo más del café; apenas nada. Y el siguió "hay dos clases de autores. Son unos los que proponen historias con una continuidad y alcanza un fin. Otros son los que se pierden en las historias y no hallan un final. Los primeros inventan y ofrecen una solución que los demás aceptamos con resignación. Los segundos nos conducen por un páramo de repeticiones que los demás no acertamos a comprender. Sabemos que yo era un vivo que muere, tú ves el hecho de mi muerte y dices la muerte existe, me despiertas, sabes que estoy muerto, porque mi muerte has visto, pero me devuelves a la vida y adviertes que soy un muerto que está vivo. Ahora me escuchas, pero..., ¿a quién escuchas?. Estás convencido de que tú estás vivo, aunque no sepas, con certeza, como estoy yo, y sorbes el café mientras escuchas a un muerto hablar de la vida. No has mirado hacía atrás, no has vuelto la vista hacía la pared que hay levantada a tu espalda, donde se proyecta el efecto del hecho de la muerte. Sigues sentado en el banco de la caverna de Aristocles contemplando el hecho de la muerte; no ves la sombra que la luz de la hoguera proyecta. Ese es mi limite.

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