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Asistimos en estos días a la apertura expositiva de un conflicto encubierto entre dos países, CAMBOYA y TAILANDIA que mejor harían en dedicar sus "recursos" al bienestar de sus pueblos, y no a la caza nacionalista de cinco kilómetros cuadros de tierra en torno a un templo hindú llamado PREAH-VIHEAR. Ya hay muertos y heridos, cruce de fusileria y de armamento pesado, primeros quince mil huidos de la zona y riqueza para nadie, salvo para fabricantes de armas y municiones. El asunto viene de años atrás, producto de una frontera selvática indefinida, cuya zona quedo, al albur del Tribunal Internacional de Justicia, en manos de Camboya, pero que deja fuera de operatividad la línea fronteriza exacta. Dos buenos gobiernos, incapaces de ponerse de acuerdo, levantarían, cada uno, sus propios mapas de la zona, unirían las oportunas documentaciones y se pondrían en manos de un arbitro internacional que fijase, de una vez y para siempre, la demarcación fronteriza. Pero no, no son buenos gobiernos.
Lo cierto es que PREAH-VIHEAR es patrimonio de la humanidad desde el año 2008 conforme resolución de la ONU, y que las luchas fronterizas ya cubren, de modo más o menos beligerante, varios años. TAILANDIA reconoce la pertenencia del "templo" a CAMBOYA, pero reclama cinco kilómetros cuadrados alrededor del mismo.
Esta situación debería ser conocida por el CONSEJO DE SEGURIDAD DE NACIONES UNIDAS, ahora es el momento de la intervención internacional, pero no, habrá que esperar la presencia de una guerra para buscar las imposibles soluciones.
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