DOCUMENTO ANTERIOR: 01817
DOCUMENTO POSTERIOR: 01925
El Ébola sigue progresando; su destino es alimentarse y morir, transmitirse, alimentarse y morir, y en esto no deja de ser el Ébola "un hijo de Dios" que, también, tiene derecho a vivir. Pero, sin embargo, no hay creyente en Dios que comprenda lo anterior, sino que, lejos de esa comprensión, todo Hombre está contra el Ébola y ansia su destrucción. Y avanza con una quietud escalofriante, desde los solitarios margenes del río que le da nacer hasta Conakry.
Entre Guinea, Sierra Leona y Liberia "el gusano" ya se ha asentado; erradicarlo en medio de un sistema sanitario apenas existente y, sobre todo, hacerlo en una ciudad de dos millones de personas con un índice de riqueza y desarrollo tan bajo, es una suerte de muy difícil constatación. Las víctimas, en un plazo de diez días (16.06.14 - 26.06.14) ya suman 635 y una crecida del 20%, con 367 muertos y un 9% de aumento, y todo esto en un plazo máximo de cuatro meses (marzo-junio), lo que detecta que la zona podría convertirse en endémica con el consiguiente desastre económico.
La zona está densamente poblada de diferentes pueblos, de gran movilidad humana y poca ciencia sanitaria, lo que fija una real situación de control de la enfermedad. La Organización Mundial de la Salud y Médicos Sin Fronteras están interviniendo, así como el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) y el Centro para Control de Enfermedades de Usa (CDC). Todos ellos reclaman una mayor actividad en la zona, pero la zona se sitúa tan concretada y lejana que el MUNDO OCCIDENTAL no aprecia, a nivel de calle, como necesario la resolución del problema con activas políticas monetarias y de personal.
El Ébola allá por la Costa de la Pimienta y sus aledaños se encuentra, de momento, recluido, y mientras Occidente no le vea las orejas al lobo, ciertamente el aumento progresivo del Ébola no será una cuestión de política activa entre los occidentales.
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