martes, 7 de agosto de 2018

04505-74.IMPOSIBLES: Abulcasis y el Hospital de Alicante

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04512 (10.08.2018 - ¿Qué hago yo ahí sí estoy aquí?)


       Estoy enfermo; dice Cómodo Centón que debo alegrarme de estar enfermo, significa que estoy vivo, de otra forma, si no estuviese enfermo, estaría muerto, ya que conforme me ha dicho Cómodo Centón los muertos no sufren de enfermedades.

    La visita de Cómodo Centón al hospital donde peno el hecho de vivir, me ha animado; no me había dado cuenta pero es cierto... si estuviese muerto, no estaría enfermo, luego soy feliz de estar enfermo ya que eso me demuestra que estoy vivo. 

    Cómodo Centón me ha traído una flores; yo le he dicho que "gracias", que no eran necesarias, que mejor sería que se las regalase a una mujer. Sin embargo me ha respondido que esas flores que me ha traído no han de ser entendida como que él está enamorado de mí, sino como una invitación a la alegría de saber que estoy vivo porque estoy enfermo; luego ha añadido que aquello de las flores es, además, una vieja costumbre de allá de principios del siglo once, y que, al parecer la inició Abulcasis en su esplendido tratado de la medicina al que llamo Al-Tasrif.

     Yo le he contestado que era una casualidad..., mi médico se llama Abulcasis, le  he dicho, añadiéndole que es un gran médico que vive en Alhaurin de la Torre, pero que se ha desplazado ha Alicante para entretenerse con mi cuerpo. 

    ¡Imposible! ha exclamado El Centón; Abulcasis murió en el siglo once, en Alhaurin de la Torre, después de que la ciudad fuese saqueada por los cristianos. Yo le he replicado que la ciudad aún no ha sido asaltada por los cristianos, y que Alicante es mora y tranquila. Cómodo ha movido la cabeza mientras musitaba... ¡qué lío!

    Hemos tenido un momento de silencio; esto es un hospital situado en la calle Montengon, aunque Pedro Montengon aún no ha nacido, y el edificio se ubica entre la calle de San Nicolás y su paralela sin nombre, que llamamos San Agustin,  de forma que bajo el hospital, que antes fue la Casa de Bernardo Gomis y su esposa Dolsa, se abre un pasadizo que une a las dos calles citadas, que luego será calle de Montengon allá por el siglo XVIII, y si todo esto es así, no es posible que tu médico sea Abulcasis... dijo Cómodo Centón, que murió en 1013 año del Señor

    Yo, que padecía de Fuego de San Antonio, que sufría de una ingestión del cornezuelo del centeno, que estaba en cama con irritación en los intestinos, vértigo, ardor, sin sensibilidad en las extremidades, dolor de cabeza, y que fui ingresado con delirios y sacudidas convulsivas, y que me restaba un halo de embriaguez, alegría y bienestar, a todo lo cual, creo que Abulcasis, había llamado rafania, me incorporé algo en el camastro que poseía en el primer piso del edificio, e insistí en que mi médico era Abulcasis, quién, además, me había dado un remedio para la halitosis, sin olvidar que estaba en Alicante dando un curso médico sobre técnicas quirúrgicas variadas de su invención, en diferentes campos como ojos, oídos, amputaciones, cálculos, aplicación de venda adhesiva y yeso, fórceps, cauterización y ligaduras, uso del algodón, bisturí y aguja de sutura... todo un fénomeno, le dije, casi todo inventado por el doctor Abulcasis, máxima autoridad en cirugía.

   ¡Ah!

    Mi médico es Abulcasis, dije; lo tuyo, insistió él, es la ergotina... se entiende el desvarío. Por cierto, siguió Cómodo, yo tuve un antepasado que se durmió entre centeno allá por mediados del siglo diecisiete, y que fue tratado en este hospital de San Antonio Vienés.

    ¿San Antonio Vienés?, dirás Hospital de San Juan Bautista

    Eso fue antes de ser de San Juan de Dios, luego Hospital del Rey...

    En la calle San Vicente... 

    La de los árboles, y que se lo llevaron al Bon Repos, y luego a la Universidad

   ¡Cómo pasa el tiempo!, dijo Cómodo Centón... por cierto, ¿te gustan las flores?

   Muy bonitas, dije yo.

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