06112-56.FIESTAS: 07.Primero de Noviembre: ¿Para qué sirven los cementerios? (resumen)

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                                       Muertos en Jerusalén)

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                                       El Puente de Jaloui 

                                      "Halloween" para los ilustrados)

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                                  El día de los ateos/anarquistas)

     Los CEMENTERIOS son las ciudades de los muertos; desde antiguo se han enterrado a los muertos y, también, desde antiguo, los muertos han sido quemados. Hoy los MUERTOS son, en ocasiones, enterrados, y, en ocasiones, quemados. Hacer lo uno o lo otro, es cuestión de entendimiento individual del vivo que ejerce el último poder sobre el muerto. 

    Una vez el MUERTO ya está acomodado, enterrado o quemado, su recuerdo es finito en el tiempo; nadie, entre las personas comunes, conoce dónde está enterrado su bisabuelo, algunos saben dónde fue enterrado su abuelo, hay quién ha olvidado dónde fue enterrado su padre. Lo usual es que, de enterramientos, sepan más las mujeres que los hombres, ellas suelen acudir, con flores, a la tumba, hasta que se convierten en muertos, después, los muertos a los que ellas llevaban las flores, se quedan sin flores de por muerte. Aquí se acaba el recuerdo de los muertos.

    Pero siendo, como es, tan corto el recuerdo de los muertos, los vivos persisten en recordarlos; se trata de cuestión de fe personal, de sentimientos apresados, de obligaciones sin sentido, esto de ir al cementerio.

    Ir al cementerio es ir a la búsqueda de partículas elementales que se fueron, que se fueron para reunirse con otras partículas elementales y formar, de tal modo, a otro vivo que nada tiene que ver con el muerto. Ir al cementerio es una creencia; una creencia que muere cuando el vivo se convierte en muerto. 

     Lo que ignoramos es que el cementerio nació para separar al muerto del vivo, pues el muerto es un foco antihigiénico, un caldo de cultivo de miserias; era necesario ventilar al muerto, de ahí que fuera necesario sacarlo de la ciudad y acomodarlo en un lugar ventilado, a la sombra de los cipreses, que crecen hacia arriba y no forman techados que impidiesen al aire correr libremente.