martes, 28 de noviembre de 2023

07901-142.LIBROS: 25.Contribución a Así habló Zaratustra de Nietzsche: 07.Otros conceptos de Hombre: 04.El Hombre de la Plaza Pública

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07892 (25.11.2023 - 24.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                        de Nietzsche
                                  06.Otros conceptos de Hombre
                                  03.El Hombre de la Plaza Pública)

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07910 (01.12.2023 - 26.Contribución a Así habló Zaratustra 
                                       de Nietzsche
                                  08.Otros conceptos de Hombre
                                  05.El Hombre de la Plaza Pública)


        En la plaza pública, además, yace el NACIONALISMO como un conjunto de valores y de amor, allí impera el bien y el mal, de forma que el dualismo es el poder más grande sobre la tierra, y en ese dualismo los valores son los que determinan el sobrevivir de El Hombre, de manera que la convicción de tales valores han sido dado por predicadores, sacerdotes, políticos y sabios; es necesario, nos dice Zaratustra, que los nuevos valores del Superhombre se extiendan, y para semejante empresa hay que destruir primero. "Debéis amar la paz como medio para nuevas guerras, y la paz más leve que la prolongada" pues "la buena guerra santifica toda causa". 

         La guerra en Zaratustra no es la guerra de la plaza pública.

       Nos cuenta Cómodo Centón que la Idea de la Persona establece una concepción novedosa en cuanto a la GUERRA JUSTA, reconociendo que toda guerra es, por definición, innecesaria; ahora bien, “es justa” si se ejerce en legítima defensa pero siempre que el resultado de la contienda, en cuanto a probabilidad, sea positivo, ya que de otro modo la derrota rompe el concepto mismo de “justo” pues se podía prever el sufrimiento acompañado en una acción fracasada, resultando “justa” si se realiza contra un tirano que puede atacarnos o bien como castigo contra un enemigo culpable. Pero, al mismo tiempo, la “guerra justa” tiene que implicar una respuesta proporcional, ha de ser declarada por el poder temporal, aunque si el pueblo se opone es injusta, no valiendo todo en la guerra, y debiendo de apurar cualquier atisbo de dialogo. Para el ejercicio de la Guerra se requiere de unos TITULOS JUSTOS que, en principio, se apoyan en títulos de donación de origen en el Gran/Ocioso, pero surgen discrepancias en este orden de cosas, pues no es aceptable que el Gran/Vigilante, que carece de fuerza en asuntos de la tierra, argumente en relación al dominio por conquista y en tierras descubiertas, ya que los indígenas de tales territorios son libres por naturaleza y dueños legítimos de sus propiedades o de aquellas que vienen regentando; esto es, todo invasor carece de legitimidad. No obstante, siendo legítimo el “comercio” y el “viajar”, si el propietario del dominio impide el tránsito por su territorio, consta el derecho a la defensa y ataque, así como a quedarse con el botín y con lo conquistado. Tal posición, la guerra crea maldad, reconoce como la Persona, aunque conozca a Lo/Eterno, puede hacer ejercicio del Mal, y por su inversa, aun no conociendo Lo/Eterno puede hacer el Bien. Queda sentado que la MORAL de la Persona no depende de la divinidad. Tal posibilidad de elegir entre “bien” o “mal” es el resultado de una voluntad de la Persona que tiene su origen en una concesión de Lo/Eterno a la Persona, como es el concepto de libertad.

      Dicho de otro modo, La guerra en Zaratustra es la superación de unos valores por otros, la superación del Hombre por el Superhombre. Aquí Zaratustra es claro cuando se dirige a los predicadores de la muerte, "os aconsejo la victoria y no la paz" ya que "es la buena guerra la que santifica todas las causas", llegando a afirmar que "la guerra y el valor han hecho cosas más grandes que el amor al prójimo", más, insistimos, no es la guerra entendida en la Plaza Pública, si no que "la guerra y el valor han hecho cosas más grandes que el amor al prójimo"

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