sábado, 3 de marzo de 2012

00945-05.AGUAS ALTAS Y BARAÑES: 01.De Lorenzo Ivorra de Sexona

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           Al principio ocultó Lorenzo Ivorra de Sexona la huida de su esposa Glauca, renegó de ella durante el día, amándola por las noches mientras el fuego, su verga subía más prestosa que nunca, y de su ruda mano obtenía el descanso. En los bancales hucheaba, entortaba en los sueños, pretendía arrancar del alma de Glauca el rezón que la tenía sujeta a lo alto del monte, de los pelos afianzada la rodaba por la pendiente hasta entrarla a empellones en la casa de Barañes, rezongando de ella por todos los campos. A nadie respondía cuando por ella preguntaban, lo que causaba en su arranque harta contrariedad e irrefutable indefensión, pues aún la amaba mientras aprendía a abominar de ella.

          Aún bajaba del Molló, aquel día que fuera a recuperar a Glauca, sometido a éste personal cisma, arrebujado por temor a ser descubierto en su fracaso, que vio al cuidado de una matalahugas, los terrenos escardando, a una muchacha de semejanzas pasmosas con Glauca que amara tan primorosamente en aquella su vida. Fue a ella, decidido a tomarla, que el cambio de las cosas no ha de esperar pues corren el peligro de permanecer fieles a su pasado. Prospera dijo llamarse, hija de los Migueles, a donde dijo pertenecer, amor por los niños manifestó sentir, destacar entre sus hermanas por ser buena labrantera, y estar, en todo, a la voluntad de su padre. Acudió, en aquel mismo momento, a la casa de los migueles, siguiendo las indicaciones de la muchacha, abierta en un claro del bosque, después de vadear el Barbero y el Paisano, a píe del Cuervo, y la solicitó para llevársela para sí. El padre de Prospera hesito gravemente, sospechaba, envuelto por el ramaje de los pinos, que siendo la tierra tan oscura no podía ser que aquel hombre fuese tan franco, de modo que resultaba necesario ponderar la ocurrencia; fue la madre de Prospera quién dio por conocido al hombre que llamaba a su puerta, habló de sus riquezas y poder a su marido, y éste, al saber de la importancia del futuro yerno hizo cuantas pontanzas contribuyeran a transferir  a Prospera y animó a la corriente de sus cesiones a correr sin obstáculos. Cien libras valencianas pagó Lorenzo a cambio de dos mellizos que Prospera le dio en un parto excesivamente largo por ser, dijeron las mujeres, estrecha; Lorenzo llamaron al primero que salio de su madre, al más tardío lo acomodaron como Damian, que era nombre que lucía grandemente entre los migueles. Sin embargo , antes que los dos vástagos nacieran, un enfurecido Lorenzo, armado de la espada del abuelo, se presentó en la casa de los migueles; entonces advirtió un lugar miserable, donde todos yacían en una estancia, desde los más pequeños a los mayores, pudiendo ver al traspasar la frágil puerta de entrada a la casa como su lámpara iluminaba a Prospero, que así se llamaba el padre, jodiendo a una de las jovencitas que tenía por hijas.
- ¿Acaso no lo hacen los conejos? -preguntó Prospera.

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