sábado, 31 de marzo de 2012

00979-04.EL FIN DE LA HISTORIA: 01.El Centón y sus alumnos: Del León y del Conejo

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     El origen cuando es ignorancia, que lo es en todos los casos, debe ser inventado. Para vadear la ignorancia el Hombre inventa la historia, la escribe y la trasmite. Después surge una nueva situación. Si podemos o no podemos fiar de ese origen, esto es, ¿qué nivel de confianza nos sugiere?. El poder de la desconfianza radica en quién tiene más poder. Quiero decir que el Hombre desconfía del "poder", sobre todo si el poder lo detenta otro hombre, un "dios" es más fiable, ya que el ejercicio de un poder depende esencialmente de las circunstancias modificativas que temporalmente predominan. Para mejor comprender esto vamos a exponer una situación ficticia. Necesitamos un espacio que vamos a elegir a nuestro antojo, que sea propicio a nuestro interés, ese espacio va a estar situado dentro de una jaula. Precisamos también unos elementos activos frente al elemento pasivo que es la jaula, tales elementos activos serán un conejo, un león , un hombre. Ya tenemos la escenografía, desarrollemos la trama. Se abren dos puertas, por una de ellas entra el Hombre, por la otra lo hace el León, quién advierte la presencia del Hombre y hacía él avanza con el ánimo, nada extraño, de poseerlo, en tanto que el Hombre se atemoriza y retrocede, quedando su espalda presa en los barrotes de la jaula  , su tiempo, lo sabe, está contado. Vemos ahora  entrar en la jaula al Hombre y con él al Conejo, quién atemorizado retrocede ante la presencia del Hombre, que avanza y posee al Conejo. En estas dos escenas hemos simplificado el sentido íntimo de la existencia: dominador y dominado. No hay nada en el universo que ocupe siempre el mismo papel, en ocasiones seréis, os sentiréis, acosados, en ocasiones vosotros seréis los acosadores, y en ambos casos no sentiréis lo que vuestro enemigo sienta sino lo que vosotros mismos sentís, de aquí que sea posible la lucha.

     Un alumno pidió la palabra, y dijo:

     - Yo comprendo que entre animales exista la continua lucha , que une acose y sea acosado, pero que tal suceda entre seres humanos, entre seres superiores al mero concepto animal, es algo que escapa cualquier comprensión , porque hay algo, el amor, que une a los hombres.

    - Cuando usted termine sus estudios y deba buscar trabajo, estoy convencido que, por amor, dejará usted ese puesto de trabajo para otro.

     La réplica de Cómodo mirando fijamente al alumno, cargada de violencia y de intenciones negativas, deja tras de sí un profundo silencio. Y continua: en la vida no se trata de distinguir entre buenos y malos, sino entre quién come y quién es comido, y según sea uno comensal o vianda mostrar sus dientes o guardar su sonrisa, aparentar bondad o maldad. Con esto hemos llegado al concepto clave que va a ser la columna vertebral de vuestra existencia: el poder. Y el poder, como ya he dicho, no es de fiar. Sin embargo debemos de convenir que tampoco aquel que va a ser comido es de fiar. Ciertamente es condumio, pero lo es porque no pudo evitarlo ya que encontró a alguien más poderoso. Con lo cual entendemos que ya hubo otra situación en que fue comensal, ya que pudo doblegar a su víctima. Es evidente, según lo dicho, que un ser vencido tampoco nos merece confianza. Y todo porque la agresividad es un concepto de espacio y tiempo relativo siempre al poder. Es decir, quién tiene el poder puede ser agresivo, pero recordar en un espacio y tiempo específico que puede ser infinitamente pequeño y que, por lo tanto, oscila constantemente. De aquí que en vuestra vida pasaréis violentamente de actitudes, de unas actitudes a otras, y os mostraréis ahora como piel de lobo, ahora con piel de cordero, según vuestro poder específico en cada momento os permita ser o no ser agresivos. Es agresivo, de lo dicho se aprecia, aquel que puede serlo, y subrayo "puede serlo", el otro, el cordero, es un falso cordero, y no porque en sí mismo, en esencia, sea falso sino porque no puede, y subrayo, "no puede", ser lobo.

     Cuando hubo concluido todo cuanto queda dicho amagó un cierto recelo de aquellas aseveraciones, la instrucción que impartía ante aquellos alumnos, aquellos comunes y mediocres hombres del futuro, reíterantes históricos de los mismos y eternos pensamientos, solo resultaba ser una palabra tras otra, tal vez debidamente estructuradas, adecuadamente encajadas, sin fisuras y con las protecciones propias que asegurasen cualquier escapada. En este sentido la legua se presentaba como un dormitivo cuyo gobierno era un arte. Y siguió: el destino de todo hombre es desaparecer y el esfuerzo que realiza para evitar tal fortuna es desesperación. En cuanto a vosotros, los llamados jóvenes, sabed que todo joven es un estúpido, más el joven no lo sabe ya que la estupidez es inherente a él y por lo tanto en su natural condición. ¿De que otro modo puede entenderse la existencia de tanto joven superdotado dispuesto a cambiar el mundo? La juventud, mis estimados alumnos, es un periodo oscuro en la vida del hombre, un periodo triste y maligno. Debéis envejecer para ser hombres. En la vejez hallaréis la ausencia de todo, os toparéis con el olvido de todo. Y recordar ésto que os digo. Un asunto es lo que yo quiero, otro distinto lo que yo puedo y un tercer asunto , diferente de los dos anteriores, es lo que yo tengo. Vuestra existencia sobre la tierra dependerá de cual de estos tres asuntos prevalezca, y de vuestra actitud ante el prevalente y ante los defenestrados. La juventud es un conjunto de manías, mediocres y obsoletas, llamadas pasión, deseo, espontaneidad, tiempos nuevos, nuevas formas, hombres distintos, mejores.

     Así concluyó.

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