lunes, 16 de abril de 2012

00990-07.AGUAS ALTAS Y BARAÑES: 02.Del Comercio en Alicante

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     El padre Miguel diole a su mujer seis hijos, todos fallecidos, y tras entrar en luto como resultado del séptimo embarazo, acordó profesar de por vida, con ello, amén de agradar a Dios, quedaba exento de pagar impuestos. Tomó tierras en Las Churrutellas que nunca visitó y resolvió que la felicidad del hombre consiste en no hablar con mujer alguna. De ésto súpose en la casa de Martínez de Vera, que al pronto lo pusieron a cargo de su capilla en la iglesia de Santa María, la que figuraba frente al coro y flanqueaba, con este, el tabernáculo del templo.

     En un día de abril, años atrás, recibió en su casa de La Fontaneta a varios colegas ingleses de visita en Alicante; habían sido estos asaltados a poco de cruzar el Estrecho de Tarif por cuatro embarcaciones de infieles, en cuyas manos no cayeron por la oportuna aparición de una nave de la armada del rey. Narró, en los días que los tuvo acogidos en su casa, los muchos quebrantos que causaban al comercio y a la navegación en general tanto bandido en aquel mar rodeado de tierra, los muchos desafueros que con sus correrías causaban en las tierras lindantes con playas y la continua plaga para el bienestar que suponían. Contaron seguido ésto los ingleses la consideración que en su isla recibían éstas gentes de la bandolería, a quienes se perseguía a sangre y fuego, sin mediar compasión alguna y con un extremado objetivo de exterminación. Más allá, en la isla que fuera de los bretones, se perseguía aún con más ahínco a los delincuentes voluntarios, que no eran otros que aquellos que negaban el trabajo por una baldía escusa del poco beneficio que rentabales, por no ser de recibo el escudarse en la baja compensación que obtenían, que si ellos recibían poco, aún más perdía el comerciante, que todo lo arriesgaba y perdía de continuo, pues ellos hacían como si trabajasen y nada más, mientras que la empresa seguía en marcha en la cabeza de los impulsores del progreso, como eran ellos, a toda hora del día y de la noche y en cualquier momento de la diaria existencia.

- Los pobres son pobres y los hay ricos en miserias, son gentes de pocos conocimientos e inteligencias limitadas, que no aciertan a comprender su misión en el mundo, que no es otra que dar gloria a Dios; peor, a los ojos de Dios se presentan mendigos e incapacitados quienes han de poseer permiso para mendigar en los órdenes establecidos por la autoridad, conforme a las ordenanzas de Cristo. Es necesario conformar a los mendigos, cuya esencial evangelización reside en mostrar la piramidal concepción que el divino infundió a la existencia; salirse de esta regla es menospreciar a Dios. Otros son, si cabe, de más baja estopa, que siendo todo lino, no todo se muestra de la misma condición, como son tentadores de la imagen natural de las cosas; para los vagabundos jóvenes y fuertes, azotes y reclusión les espera, atándolos hasta que la sangre mane de su cuerpo. Si reinciden en el vagabundaje, más azotes serán descartados sobre el culpable, con corte de media oreja; a la tercera vez que se le sorprenda, se le ahorcara como a un criminal peligroso y enemigo de la sociedad; como lo son en realidad. Todos y en todos existe el deber de trabajar; si alguien se niega a trabajar se le asigna como esclavo a la persona que le denuncia. El dueño alimenta a su esclavo con pan y agua, bebidas flojas y los desperdicios de carne conveniente, obligándole a realizar cualquier trabajo por muy repelente que sea, azotándole y encadenándole si fuere necesario. Hay a quién se le condenará a esclavitud de por vida, marcándole a fuego en la frente; si huye por tercera vez, se le ahorcara como reo de alta traición. Su dueño puede venderlo y legarlo a sus herederos o cederlo como esclavo, exactamente igual que el ganado o cualquier objeto. Llevan anillos de hierro en el cuello, el brazo o la pierna, para tenerlo más a mano e identificarlo mejor.

- ¿ Habláis, acaso, de hombres? 

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