viernes, 20 de abril de 2012

00995-22.LIBROS: 01.Cómodo Centón: 03.Botsuana en 1992

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                         III: LA NATURALEZA, EL HOMBRE Y LA HISTORIA

     He oído de ti, África abrasada, que del son de los tambores ha brotado la conquista de un sueño, ese ensueño en ti yaciente desde millones de años atrás, ese sopor que te ayuda a dormir mientras el resto de los continentes abiertos los ojos sobre ti tienen. Que alguien te busca como esclavo, he oído, ese que te guardaría entre los deshilachados de una estera, sobre una manta de estiércol y en la sequedad del frío, mientras mueve tus brazos para el esfuerzo nacidos. No dejes, África, por más tiempo, que tu hombre permanezca dormido, no consientas sobre ti los cuentos, que la Muerte cierra los ojos que están dormidos


    La Naturaleza ejerce sus derechos en Botsuana, en ningún otro lugar del mundo más no se manifiesta, dos amigos tiene que la protegen: las interminables arenas y el hombre negro que la teme, mientras el hombre blanco trata de doblarla hasta el mismo cuelo que la sostiene. A Botsuana, entretanto, apenas se la oye entre ese mundo negro que a la naturaleza teme y ese respirar imperceptible que Botsuana tiene. Es notorio ese silencio sepulcral en todo, la munificencia del miedo que siente hasta la ausencia del rumor caminando sobre el viento de desventuras y de tragedias repleto. No hay respeto en el mundo negro por la naturaleza, solo odio encubierto por el conocimiento temeroso de la ignorancia acumulada en el tiempo.


     El hombre que nació en tu suelo, y fue entonces el más adelantado de los hombres, es el prójimo. aquel que tiene la cabeza perdida en el fondo de un pozo rojo, donde se mezclan las aguas, dulce y salada, insípida y amarga, aquel que al ver pasar a un prójimo le mira y viéndolo piadoso y amigo le dice "llora conmigo mi presencia en este pozo". Aquel hombre suana que debe cuidar sus pasos, que vive entre los hijos de las esposas de su padre, que fue tesoro de recipiente hueco, que se quita el sombrero al paso del vecino mientras muestra sus negras manos llenas de vacío, tamborileando en tu vientre el tam-tam de los antiguos tambores, el karkabus, el congas, el trumpiano y el derbukas, todos acompasados en una letanía de voces que se alejan hacía la luna transeúnte.

    El batsuana, que así se llama el hombre Botsuana, melanoafricano, de rasgos etiopidos y algunos khoisanidos, habla en bantú. Son medianamente altos y delgados. No toman al trabajo por virtud ni al descanso por vicio, sino que cumplen, en su buen ánimo, con la primera regla de los desiertos, con la espera y el mas usual trabajo de las mujeres. El batsuana es de un carácter entre dulzón y pacifico, amable y tímido, se ríe cuando no entiende, siendo silencioso por lo general y aparentemente confiado. Su naturaleza no es guerrera ni en su ánimo destaca la actividad comercial, prefiriendo, cuando la pretensión surge, el seguro servicio al Estado, de modo que la caza y la cría de ganado, actividades esenciales del batsuana, quedan hoy relegadas a los trabajos menos cualificados en empresas de propietarios blancos, únicas existentes, o bien a la actividad funcionarial, en ambos casos, no obstante, de poco remuneración, teniendo esta segunda la posibilidad de acceder a una vivienda estatal, abandonando, por tal camino, el tradicional pontok, que es vivienda de las tribus bechuanas, choza esférica y de techo cónico, forjada su estructura de barro y estiércol, cañas y modernamente de botes metálicos de diversas bebidas alcohólicas y refrescantes.


     Esta general pincelada del batsuana lo convierte en fácilmente sometido y gobernable.Se halla en su naturaleza no ofrecer especial resistencia. En los conflictos que pueden surgir nunca se alcanza un resultado sangriento, ni sus manifestaciones son violentas o explosivas. No son guerreros ni jamás hicieron de la guerra una profesión. 

  Antes del siglo XIX los bechuas eran poco conocidos en el mundo blanco. En 1801 y posteriormente en 1808 se inician las primeras incursiones, desde Ciudad del Cabo, en su territorio por hombres blancos, que se van a prolongar durante todo el siglo XIX, hasta que en 1885 el gobierno británico reclama el Protectorado de Bechuanilandia, la tierra de los bechuas, extendiéndose desde los territorios coloniales de la Compañía Británica de África del Sur hasta la colonia alemana de África del Suroeste. En 1961 se les concede por los británicos una constitución que asocia a los nativos negros al gobierno balnco, celebrándose cuatro más tarde unas elecciones de la que se forma una Asamblea de Diputados, que tras elegir al presidente del país, recibe la independencia en 1966. Junto a la Asamblea elegida, el poder legislativo se comparte con la Cámara de Jefes de Tribus.

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