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02939 (28.05.2016 - 02.Los creyentes es el problema: Creencia y Ciencia)
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I: DE LA IRONÍA CONFORME AHAB
De AHAB en INQUARIS (red social) con fecha 29.07.2014
Objetivos de la idea: Esclarecer la importancia de la cortesía en el pensamiento, atendiendo a la figura de la ironía.
Descripción: DE LA IRONÍA COMO DESCORTESÍA
Hoy, ante la reflexión de un profesor universitario sobre un tema
de actualidad, he creído hallar un punto de ironía en uno de los
vocablos utilizados en la misma. Por una palabrita, he querido entender
que la reflexión resultaba redonda, engrandecida, por la ironía. Craso
error. Más aún, he alzado la voz para expresar dicha sospecha, lo cual
ha terminado conformando un craso error al cuadrado. Así, he sido
advertido acerca de un hecho que, no por obvio, me era más claro: “La
ironía es la descortesía del filósofo”. Y no sólo del filósofo, he
reconocido enseguida: la ironía debe ser la descortesía del pensador,
del analista. De este modo, lo que en mi caso constituía pecado era la
mera sospecha declamada, sospecha de doblez, de ambigüedad maliciosa,
pues semejante duda supone, irónicamente, la descortesía hacia el oficio
de pensador.
¿Qué tiene de malo la ironía, por qué se traduce en descortesía
en labios de un filósofo? Para dar respuesta a esta cuestión, debemos
detenernos un momento en un rasgo de la cortesía: la incomodidad. La
cortesía supone colocarse en una posición que resulta incómoda por
naturaleza. Y así, ante la dolorosa realidad que siempre termina
volviendo a los ojos del pensador, dolorosa porque escapa de su poder y
de sus deseos, lo que la naturaleza reclama al hombre reflexivo, como el
hambre a un lobo hambriento, no es más que el desahogo del desdén
irónico, de la superioridad despectiva por despechada. El pensador desea
vencer a la realidad sin esfuerzo, mofándose de ella mediante
invectivas ofensivamente ambiguas que caricaturizan al enemigo, al
objeto de estudio. Y es ante este aluvión donde el pensador erige el
dique de la cortesía, mordiéndose la lengua, haciendo oídos sordos al
pellizco en el estómago, yendo contra la naturaleza, colocándose en la
incomodidad. Es el ascetismo necesario para ser tomado en serio. Respeto
busca respeto.
II:NEGACIÓN Y AFIRMACIÓN
La idea de que "la ironía es la descortesía del filosofo" es falsa, afirma Cómodo Centón.
"La ironía es la impotencia de la ignorancia" dice Cómodo Centón, es decir, existe descortesía porque oculta ignorancia.
III: DE LA RUDA CONTUNDENCIA
El "saber", si lo es, siempre se expresa con ruda contundencia; si así expresado el "saber", con ruda contundencia, carece de crítica el "saber", alcanza el "saber" su objetivo y no precisa de ironía. Dicho de otro modo, la IRONÍA es siempre la respuesta-ignorante a una crítica o pensamiento ajeno que pone en duda el "saber" propio. Al no tener la "critica" al "saber" respuesta contundente, como se le presupone al "saber rudo contundente", se impone la realidad de la ignorancia oculta tras la ironía, diciendo lo contrario de lo que se dice por no saber decir lo que realmente no se sabe (ignorancia).
La IRONÍA es siempre una burla que se arrastra sinuosa y que no va de frente, y busca imponer un "saber" que no convence o no se aprecia tal vez porque no es "saber", mediante la impotencia de hallarse en una situación que no convence. La ironía contribuye aquí como "intención" de significados que aturden y confunden, anulan la critica al "saber", y ridiculiza al receptor, que es, siempre, el objetivo primero y último del emisor.
La IRONÍA, pues, marca dos posiciones; la de aquel que la ejerce como dominador, emisor-irónico, y la de aquel que la recibe como dominado, receptor-humillado, ya que en toda ironía subyace una minusvaloración ejercida por el que la aplica, por ignorancia del "saber", sobre aquel que la percibe. En lenguaje común (he aquí una frase tendenciosamente irónica).... "si no sabes, cállate" es una contundente ruda afirmación que carece de ironía, es decir, que no humilla.
Se podría decir, irónicamente hablando, que aquel que pregunta es porque no sabe y nunca sabrá.
IV: TEOREMA DE LA IRONÍA
Dice Cómodo Centón que toda ironía impide, de hecho, que dos interlocutores se entiendan y que lleguen a un acuerdo.
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