miércoles, 10 de diciembre de 2014

02097-19.IMPOSIBLES: Onomastica feliz y el zapato del pié izquierdo

DOCUMENTO ANTERIOR:  02083 (30.11.2014)

DOCUMENTO POSTERIOR: 02109 (18.12.2014)

      La primera vez que se cantó "onomástica feliz" fue cuando La Centona celebró su santo apenas hace unos días. Cómodo había permanecido durante apenas unos minutos buscando que cantar, de forma que devino de "cumpleaños feliz a onomástica feliz". Así.... onomástica feliz, onomástica feliz, onomástica feliz, onomástica.... feliz.

     Había dormido la siesta, y, con tiempo suficiente, el recuerdo del santo de La Centona se hizo con él; hoy le enseñaría al grupo de amigos a cantar "onomástica feliz". Se tomó un café y fumo una pipa; había tiempo. Y se quedó algo adormilado mientras escuchaba un concierto para piano que presumió era de Luis El Sordo, de modo que al despertar seguía teniendo tiempo. Más ya era un buen momento para iniciar el proceso de vestirse, que tenía que acudir a la onomástica de un amigo, al que cantarían "onomástica feliz".

   Abrió el armario... pantalón, chaqueta, camisa y ropa interior; y zapatos..., zapatos. Abrió una de las cajas, buscaba unos zapatos negros, "este", y junto al zapato negro una zapatilla de estar por casa, ¡que extraño!, ¿dónde está el otro zapato?. Abrió otra caja, otro zapato junto a una bota de campo, ¿cómo?, y una tercera caja, una bota de agua junto a un zapato, "pero... ¿y el zapato negro que busco?", pensó, de modo que siguió por el soler de la alcoba tras el objeto que  parecía tener existencia independiente de Cómodo, de modo que solo existiese en la mente de Cómodo, lo que podría significar que, de hecho, el zapato no existiese, que fuese un mero invento a semejanza de un espíritu, y que solo respondiese a un nombre dado por Cómodo a lo que, en realidad, no existía, de ahí que no lo encontrase, sino cuando el zapato quisiese ser encontrado por la mera percepción de El Centón, lo que incidía en la relación entre el zapato y Cómodo y rechazaba la naturaleza y existencia del zapato.

     Giró a derecha y a izquierda, levantó la cabeza al techo, removió su mente, la sacó de sí y volvió a introducirla en su sitio, rotó una vez más y... "sí era cierto que solo era un nombre que reflejaba la existencia fuera del mundo físico y con independencia de mí mismo", de manera que su conciencia no entendiese el ser del zapato. Pero no, se dijo, que existe una realidad material que puede ser comprendida por mera actividad humana, y era la prueba que él buscaba el zapato y que allí estaban el resto de los zapatos... ¿estaban?, no..., no estaban el resto de los zapatos, estaban los del píe derecho..., metió la cabeza del armario y su cuerpo, tras la cabeza, también entró en el armario, y abrió más cajas que tiraba del armario, que se amontonaban sobre el soler del dormitorio haciéndolo más pequeño. Sudaba Cómodo, sudaba hielo, y ganaba la calor al frío, que perdía la batalla, sin saber que no existe el frío, sino la más calor o la menos calor, mientras aparecían más, y siempre, zapatos del pié derecho, hasta que se detuvo y pudo pensar, y hasta preguntarse.... ¿dónde estaban los zapatos del píe izquierdo?

     Cómodo Centón estaba rodeado de zapatos del pié derecho, mientras desde la lejanía llegaba una onda musical... onomástica feliz, onomástica feliz, onomástica feliz, onomástica.... feliz.

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