sábado, 2 de enero de 2016

02662-53.EL VIAJERO MADURO: 01.Valencia: Dos días de visita (Valencia)

DOCUMENTO ANTERIOR
02597 (19.11.2015 - 02.Alfaz del Pi: 02.Faro de El Albir (Alicante)

DOCUMENTO POSTERIOR
02767 (28.02.2016 - Cabo de San Antonio -Javea)
03158 (27.09.2016 - 02.Valencia: Conceptos, Pio V y el Puente de Trinidad)


    VALENCIA es una ciudad española, una provincia española y una región española, capital de sí misma, de su provincia, y de su región. El Viajero Maduro ha estado dos días en Valencia, exactamente dos mañanas y una tarde, de ahí que lo que se narra en este documento responde a esa permanencia temporal dentro de un determinado espacio que es su centro histórico.

    Desde la Avenida de Blasco Ibáñez, un autobús ha traslado al Viajero Maduro a algún punto de la ciudad que fuera del Mio Cid de Valencia; y como quiérase que no se sabe qué lugar fue y cómo fue que El Viajero Maduro recorrió la ciudad, ya que todo en su caminar fue a salto de mata, sin rigor alguno, llevado por sus pasos al desorden del callejear  y en busca de ver aquello que fuera, con un silencioso transitar, imbuido de éter, espacio vacío y quinto elemento, como queriendo tragárselo todo, no siendo posible ya que, al parecer, miles de visitantes tenían ocupadas las calle de la ciudad, de lo que resultaba un imposible caminar con holgura y paz.

    En este ir, ha llegado  El Viajero Maduro a la esquina entre las calles de Roteros y de Rocas, en el Barrio del Carmen, donde se ubica la CASA DE LAS ROCAS, un edificio, del siglo XVII, con unas enormes puertas que permiten el tránsito de "las rocas o carros" que portan figuras y escenas bíblicas, y que son paseados el Jueves de Corpus Christi; es plano de fachada, dispone de una sola ventana y una moldura a unos dos tercios de altura. En su interior guarda tres enormes águilas de madera y cartón sobredorados en todos oscuros, así como fotografías e ilustraciones, trajes, banderolas y estandartes, junto a gigantes y enanos, así como unas carrozas, que llaman "rocas", que son enormes en altura y proporciones, algunas de las cuales presentan dataciones del siglo XXI así como reparaciones posteriores. Es tan interesante como curioso un lienzo, de unos tres metros de largo por unos veinte centímetros de ancho, poblado de dibujos que representan a objetos, animales y personas en el orden primigenio que debe de establecerse en la procesión anual. El BARRIO DEL CARMEN se muestra con una estructura viaria de callejuelas y placetas de corto recorrido con edificios situados entre los siglos XVIII-XIX y que tienen un aspecto degradado

    Por la CALLE SERRANOS vemos Las Torres de Serranos por intramuros, y apreciamos en su recorridos diversos edificios del siglo XIX destinados a viviendas de la pequeña burguesía, destacando la Torre de San Bartolomé, hasta que alcanzamos la PLAZA DE MANISES, donde podemos contemplar El Palacio de Jaúdenes o antigua Bailía y el Palacio de la Generalidad del que se puede observar un conjunto de tres cuerpos con reminiscencias renacentistas y unas obras que van desde el siglo XV al XX. La CALLE CABALLEROS presenta diversos edificios, en su mayor parte de uso unitario, caserones y pequeños palacetes, así como un teatro; en uno de sus locales tomamos "agua de Valencia" y preguntamos por su composición, dándonos por respuesta que, efectivamente, contiene zumo de naranja, cava y tres licores, de los que se nos dice es un secreto.

    Pasamos por delante de la IGLESIA DE LOS SANTOS JUANES, antigua mezquita, cuya fabrica ha sufrido diversas transformaciones, un incendio incluido, con nuevas edificaciones, y que se nos muestra a la vista imponente y muy significativa, de modo que lo que vemos en la actualidad es de comienzos del siglo XVIII, una fachada con dos puertas y entre ellas una virgen, y sobre ambas un linea de ventanas y un campanil con balcón y un águila que porta en su pico un tintero. Junto a la iglesia se sitúa el MERCADO CENTRAL, tal vez el mayor edificio de Valencia, irregular como polígono, con una cúpula central de hierro, cristal y cerámica, destacando su cubierta a diferentes niveles de altura, y en general su fábrica se estructura mediante hierro, ladrillo, mármol, mosaicos y azulejos. Cierra el conjunto LA LONJA dispuesta en tres cuerpos, la lonja a la izquierda, una torre en el centro  con iglesia y cárcel, y finalmente un tercer cuerpo para el tribunal, presentando un entramado liso la primera, mayor decoración la tercera y una verticalidad con tres ventanas la tercera; contiene diversas imágenes, siendo llamativa la de "alguien cagando". Se encuentra el Viajero Maduro en el BARRIO CENTRAL de los cinco que clásicos de Valencia, con viario estrecho al norte y más abierto al sur, destacando la tipología de vivienda-comercio, edificios pequeño-burgueses, y con grandes edificios monumentales y la consiguiente modificación a edificaciones más modernas. 

    En su caminar llega el Viajero Maduro al AYUNTAMIENTO que, como es costumbre en Valencia, responde al derribo de edificios anteriores y el añadido de, en este caso, de dos cuerpos. Centra su mirada el Viajero Maduro en el cuerpo más moderno, que recae a la plaza, castizo en su tipología y levantado en el siglo XX, donde se observan torres y cúpulas en la cima, a lo que se añaden balcones, balaustradas, estatuas, pilastras, escudos, todo para gloria de un barroco valenciano. En el interior, y tras una escalera de mármol y de porte aceptable pero desmesurada en su entorno, coronada por una claraboya, se llega al Salón de Fiestas, que es un rectángulo donde destaca la coloración blanca, con puertas de cristal a los lados y frescos en el techo, con abundancia de estatuas, principalmente femeninas y de pechos al viento, decorados con naranjos, frutos y angelitos, terminando el fondo con una balconada corrida que hace de un primer piso, y sobre la misma una especie de arco carpanel.

   Sin demora, ya que el tiempo de estancia oprime al Viajero Maduro, la planta de la ESTACIÓN DEL NORTE, que sigue la norma general de composición, con una zona de hangar con cubierta de hierro, y una ante-zona administrativa y de oficinas de billetes que mantiene elementos originales en parte y áreas desfiguradas, a la par que maltratadas, con elementos acristalados y puntos de venta de mercancías diversas. La fachada es de simetría vertical, siendo llamativa la presencia de dos estrellas rojas y de cinco puntas sobre las torres en esquina que se ven. De vecino a los ferrocarriles encontramos LA PLAZA DE TORO que recuerda, a primera vista, al Coliseo de Roma; la fábrica es de ladrillo, de cuatro plantas con arcos carpaneles en el inferior y de medio punto en los tres elevados.

    Retornando sobre las huellas dejadas, llega el Viajero Maduro al PALACIO DEL MARQUES DE DOS AGUAS que, como poco ha de causar admiración con independencia de si unas partes son copias de otras de forma intemporal. Todo el conjunto es un barroco cargado, y en especial la portada de mármol, donde el Viajero Maduro más se detiene. En general podemos decir que el BARRIO DE SAN FRANCISCO responde, en cierto sentido como a un primer ensanche de Valencia, aunque levantada sobre una estructura viaria primigenia, significándose por su extraordinario volumen de edificios burgueses de variadas y elevadas fachadas con profusión de elementos decorativos, al sur. 

   Decide el Viajero Maduro seguir hasta la PLAZA REDONDA, un espacio arquitectónico presidido por una estructura metálica moderna que crea una segunda horrorosa plaza dentro de la primera que no vemos; en su centro se sitúa una fuente de piedra que, afortunadamente, el arquitecto al uso no ha destruido. De aquí pasa el Viajero Maduro a la PLAZA DE LOPE DE VEGA donde orgullosa se alza la Casa Más Pequeña, de 107 centímetros de fachada; pero cuidado, si así fue construida, hoy se encuentra integrada como parte de la casa de al lado, lo que en cierto sentido le hace perder el título de "casa más pequeña". 

    Le queda poco tiempo al Viajero Maduro, de ahí que decida terminar en la PLAZA DE LA VIRGEN, verdadero centro de la ciudad de Valencia. Uno de los lados está ocupado por el cuerpo con jardín del Palacio de la Generalidad, del ya hemos hablado, otra línea la ocupa la Catedral, y una tercera la Basílica de Los Desamparados, edificios que ignoramos por falta de tiempo. Bajo los pies del viajero se encuentra el Foro Romano, al que se accede por la Plaza Almoina, desde donde contemplamos, en todo su esplendor el CIMBORRIO DE LA CATEDRAL que también dejamos atrás, dirigiéndose al ALMUDIN, lugar donde se contrataba y almacenaba el trigo; su interior es espectacular, tres naves, la central más ancha y alta, separadas por columnas que sostienen arcos de medio punto desiguales, uno peraltado, con dibujos que presentan escenas religiosas, y otros elementos, que por su amplitud y potencia no nos atrevemos a describir al pairo de la corta visita a la que nos vemos abocados. 

   El VIAJERO MADURO ha concluido aquí su introducción a un recorrido por la ciudad de Valencia que, es evidente, precisa de días enteros y tiempo mucho amplio del que ha dispuesto. Queda claro que hay que volver a Valencia. 

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