lunes, 13 de marzo de 2017

03472-07.LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS: 07.Primeras Explicaciones

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Ahora bien, la Sangre es algo más; por la Sangre se distinguen los Ociosos de los No Ociosos, los Ociosos Hombres de los Ociosos Mujeres, así como los No Ociosos Hombres de los No Ociosos Mujeres. La Sangre desvincula al Sacerdote del Guerrero, al Rey del Noble, al Esclavo del Paria, y, ante todo, al Hombre de la Mujer. La Sangre es el Hombre; la Mujer es solo el recipiente que recoge la sangre del hombre y elabora la perpetuidad natural de la vida. Esto es, la Sangre desvincula la Voluntad de la Naturaleza. Dicho de otro modo: la Mujer carece de sangre. Ahora bien, ya se dijo con anterioridad, si el Ocioso es “espíritu”, ha de ser “materia” el No Ocioso; no cabría, de otro modo, comprenderlo. Yace en la misma “dualidad” que contenida obra en el Bien-Mal. Dicho de otro modo, AL OCIOSO comporta “sufrir” en espíritu y, en consecuencia, “trabajar” en la misma aérea. Queda, pues, al NO OCIOSO “sufrir” en la materia y en la misma “trabajar”. 

       En cierto sentido SUFRIMIENTO y TRABAJO contienen, en sí mismo, un halo “vengador”. La Idea del Hombre determina, en este punto, la inevitable aceptación por parte del No Ocioso de un castigo que deviene de una situación de cansancio propiciada en Lo Eterno. La fatiga tiene su origen en un sueño de Lo Eterno mientras está dormido; despiertan las miradas, se entiende la luz, y de ésta la estrellas, que son acumulación de energía, dando lugar a los “cuerpos” como consecuencia del sudor, cuyas gotas se transforman en “almas” y en “materia”. El inicio es el mismo Lo Eterno y ya no se precisa de algo ajeno o previo al mismo. Lo Eterno estaba despierto, más le entró sueño, lo que no deja de ser notorio, y que hallándose dormido vivió una irrealidad que hoy día llamamos sueño pero que por la época que tratamos debió de ser una visión. No sabemos si Lo Eterno despertó o se limitó a realizar un viaje astral que lo llevo a la Tierra, que al parecer ya existía, ni sabemos si antes que él mismo, pero sabemos que se cansó, en aquel viaje, y que llego lleno de sudores, tal vez hastiado y, acaso, en ese fastidio que produce el sudor, falto de fuerzas, manó en Lo Eterno un ansia de venganza, de modo que su esfuerzo, decidió, tenía que ser redimido por alguien al que llamo “hombre”. Así, tras el sufrimiento que le proporciona ese “trabajo”, crea Lo Eterno, por mera venganza, el trabajo ajeno. No basta con la determinación de las “cosas son” y tienen “un creador”, no basta con “crear un mundo” y llenarlo de hombres, no basta con condenarlos, tras crearlos, a la muerte, es preciso sumergirlos en un espacio y tiempo cuyo premio es el trabajo y su amor el sufrimiento. Ahora bien, no todas las lágrimas derramadas son iguales, de ahí que no todos las Personas sean iguales; ciertamente lo son en cuanto a la estructura física general, pero distintos en cuanto a su relación con el sufrimiento y el trabajo. Si la IGUALDAD, como ya hemos dicho, consiste en ser desiguales, la igualdad en el sufrir y trabajar ha de contenerse en una parte de la desigualdad (no ocioso), quedando un resto de desigualdad (ocioso). 

Todo cuanto ha sido dicho hasta aquí lo ha sido en función de un sujeto activo, Lo Eterno. En cualquiera de las formas mencionadas, siempre ha resultado ser un proceso por el cual ese sujeto activo ha devenido en un sujeto pasivo, la Persona. Entre ambos siempre se ha desarrollado un espacio, rara vez un tiempo, siempre ha destacado la forma de la Materia y solo en ocasiones ha sido la Materia protagonista del proceso. Pero, en cualquier caso ha sido la Persona el inventor de la letra y de la música de cualesquiera de las explicaciones dadas, aunque nunca el Hombre ha reconocido su invento. Lo creado ha sido un “cosmos” de especulaciones, en todo caso conducidas hacía un fin siniestro, encaminadas a “probar” como la desigualdad es mera “diferencia” entre igualdades.  

     La luz, el calor, la humedad, el cielo y la tierra... son factores necesarios en todas las explicaciones, y lo son dentro de un universo evolutivo, que es eterno en sí mismo, pero finito más allá del propio proceso. La dualidad entre lo finito-infinito adquiere, aquí, su máxima expresión, es una constante dentro de la Evolución de Las Ideas, donde el desarrollo “de” modifica el estado de sí mismo e incide en las transformaciones de “otros”. Se trata de la expresión de fenómenos que parten de una realidad y se transfieren a una complejidad de manifestaciones que siendo observables por igual, resultan distintas en su comprensión. Así, se desprende de la PERCEPCION en cuanto que “lo que es, es”, solo materia, y de la RAZON en cuanto que “lo que es, es otro”, solo espíritu. Queda claro que la Evolución es un movimiento intrínseco que se desplaza y cursa líneas pero que permanece, pues ni llega ni se va, de modo que rompe la relación entre Lo Eterno y La Persona, presentándose como espacio-tiempo dentro de una complejidad inexplicable. En la Evolución no hay rotura sino transformación de “algo” en “algo” que pareciendo ser “distintos algo” se remite, siempre, así misma, con absoluta independencia tanto de lo existente como de lo no existente, es decir, toda Creación es posesión. La Idea de la Persona concibe el origen como “algo” que carece, en sí mismo, de origen, sin que dicho origen sea ni interesante ni importante. En un sentido estrictamente humano, la “evolución” tiene una estructura “natural”; la Naturaleza evoluciona, y lo hace dentro de un proceso evolutivo que trasciende a la propia Evolución, de modo que se manifiesta, y es la única primera explicación que lo hace, desde el punto de vista de “lo femenino”. La NATURALEZA es femenina. La Vida germina en “lo femenino”, requiriendo de “lo masculino” un elemento compensatorio de la dualidad que se impone, procesa los cambios en “lo femenino” y se trasfiere así misma a través de elementos femeninos. Solo con la “muerte” la parte “masculina” aflora y lo hace tanto en el Hombre como en la Mujer, de modo que es ante la “muerte” que surge el concepto de “voluntad” dentro del proceso evolutivo. Ahora bien, lo cierto es que, dentro del proceso histórico de la Evolución de Las Ideas, la VOLUNTAD, como elemento masculino que es, se impone a la NATURALEZA o elemento femenino, de tal manera que frente al PROCESO NATURAL se impone el PROCESO HISTÓRICO. Así pues, la Vida es evocable; el Ocioso es un rito evocatorio que prende a espíritus y muertos, mostrando, sin demostración alguna, como la memoria y la imaginación deshacen la simplicidad del “proceso natural”, adquiriendo en la invocación la capacidad necesaria de “poder” que sumerge a “lo femenino” en una fosa de sumisión histórica, donde lo “natural” es ahora lo “religioso”    

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