miércoles, 15 de marzo de 2017

03477-48.DE LO FEMENINO: 03.De la mujer y su hijo… y el marido: ¿En qué piensa el hombre?

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     Durante siglos LA MUJER se ha quejado de la interpretación que hace, sobre ella, el Hombre; ahora es la mujer la que se ha puesto a interpretar sobre EL HOMBRE.

    Tal es lo que hace un estudio sobre 200 parejas en Australia, un país que tiene sus cárceles de inmigrantes en Papua Nueva Guinea, y lo explica Louann Brizendine en su libro “el cerebro masculino”.

    La pregunta a responder es... ¿qué le sucede al cerebro masculino cuando va a ser padre?

   Según Louann Brizendine, el hombre se pone a bailar al pairo del baile hormonal que sufre el cerebro; y esto es así ya que la tetosterona decae y aumenta la prolactina, esto es, dice Cómodo Centón, el hombre pasa de follar a no follar, ya que a la mujer el follar deja de interesarle en virtud de que el objetivo, quedarse embarazada, se ha alcanzado. En tal momento químico parece que el hombre, al baile de las hormonas, se queda ensimismado y empieza a darle vueltas a la cabeza, es decir, pasa de follar a no follar. Es decir, el hombre pierde agresividad masculina (tetosterona) y gana tontería femenina (prolactina), dice Cómodo Centón, ya que lo peor que le puede pasar a un hombre en su condición de hombre es "ser padre". 

   Sigue diciendo Louann Brizendine que al hombre parece no ilusionarle eso de ser padre cuando le dan la noticia de que va a ser padre, lo que es cierto, pero no poner cara de ilusión es un delito, dice Cómodo Centón, ya que si no hay ilusión, hay indiferencia, lo que es cierto, dice Cómodo Centón, porque en ese momento lo que piensa el hombre, mientras se entera de que va a ser padre, es... ¿cómo se te ha ocurrido quedarte embarazada?, ¿en qué estarías pensando?; naturalmente, dice Cómodo Centón, tales dos preguntas no son expresadas ya que de ser dichas en voz alta llevan al conflicto con la mujer. 

    Durante el periodo de embarazo, dice Louann Brizendine, las preocupaciones continúan;  no es cierto, dice Cómodo Centón, aumentan, ya que el hombre se da cuenta, más inconscientemente que consciente, que de ser el rey durante el noviazgo, ha pasado a ser el príncipe antes del embarazo, y que tras el embarazo se convierte en el sumiso que mutará en esclavo o cero a la izquierda en cuanto el hijo meta su boca en la teta que antes era propiedad exclusiva del hombre. ¿En qué va a pensar, entonces, el hombre?, pues en que ya no es necesario para la mujer. 

   Reclama Louann Brizendine que la química cerebral del hombre despierta el instinto protector, es decir, la satisfacción del cambio de pañales, poner oído avizor por las noches, hacerle al niño carantoñas, de ahí, dice Louann Brizendine, que sea importante el contacto físico padre-hijo, y aquí viene lo más importante, que la mujer le deje hacer.

    Es decir, dice Cómodo Centón algo cabreado, que la mujer le deje hacer...; ¿y por qué tiene la mujer que dejarle hacer?, se pregunta Cómodo Centón, será acaso porque una vez alcanzada la propiedad exclusiva de la mujer sobre el hijo, la mujer, que mira que es buena, le cede un poco de hijo en plan alquiler durante un rato.

   Es evidente que Louann Brizendine no se entera o no quiere enterarse. Dice Cómodo Centón que cuando el hombre era de condición hombre empezaba a ser padre cuando el hijo había crecido, y que cuando el hijo ya estaba crecido, empezaba a pensar el hombre sobre eso de ser padre, pero que al decaer la sustancia masculina en sustancia femenina, que es la situación del hombre actual en esta sociedad femenina, el asunto del hombre, cuando era hombre, ha mutado en asunto del hombre-hombre, ahora que ya es hombre-mujer, desde la realidad de un hijo que ya no chupa teta a la realidad de un hijo que no suelta la teta ni aunque de la misma le arranquen. 

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