jueves, 15 de noviembre de 2018

04729-54.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 05.Cuarta Pre.Era: Del Estado a los Hijos del Estado: La esencia de la Sociedad

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04715 (10.11.2018 - 04.Cuarta Pre.Era: Del Estado a los Hijos del Estado
                                      Los Avanzados es el sujeto de la Cuarta Pre.Era)

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04772 (01.12.2018 - 06.Cuarta Pre.Era: Del Estado a los Hijos del Estado
                                        El Iluminado y el sentido de la Religión)


      El amor al Iluminado como Norma es una Verdad y como tal externa al hombre. La translación de la misma al interior del Hato es ejercicio propio de los Avanzados. Ser esencia de la civilidad es el objetivo como victoria. Aquí ya no importa el Hombre, quién a estas alturas de la Historia ya se ha desecho de si mismo y deambula por los limites del Hato en busca de un sueño de compensaciones. He aquí, emergiendo sin origen, la identidad interna enfrentada a una supervivencia. Solo que no corresponde, en puridad, al concepto de Nacionalismo como alumbramiento histórico, sino al hecho mismo de hallándose sometido e implicando un sometimiento de si y de los demás en la comprensión del atado. Ahora bien, este primer nacionalismo como identidad interna no se refleja como una expresión de Pueblo, sino como el natural resultado de hallarse circunscrito en un medio propiciado por los Avanzados. Hasta aquí el Pueblo ha pasado por distintas fases conceptuales; lo hemos contemplado como un conjunto de elementos sin movimiento aleatorio, como el espacio y la temporalidad de hallarse atado en el Hato, esto es, encarcelamiento, como una pérdida de la individualidad y un paso a la sociedad, como reunión de individuos propiciada por los Avanzados. Sin embargo, no es un pueblo que se reconozca como tal, porque su nivel de nacionalismo es tan primitivo como conscientemente inexistente. La nueva situación, en cuanto a su definición, que se plantea arranca de la imposición de la Autoridad y de la formalización aparente que da una primera estructura al incipiente sistema social del Hombre. Siguiendo esto, el PUEBLO es el altar mayor en el templo humano; allí, los Avanzados ejecutan sus misiones, donde los arcanos se representan tras opacidades que guardan inescrutables mandamientos. Resueltos los interrogantes, cabe golpear con la decisión el altar, para que sobre el mismo se active la civilidad y se apliquen, sin más, leyes y religiones. La característica del Pueblo es su pasividad en el Templo, ser receptor de la Norma, la cual proviene de su sujeción como altar a la fábrica que determina la linde del Hato. Lo que destaca como primigenio en el Pueblo es la fe interna que reconoce que es el amor al Iluminado lo único, de modo que esta apreciación de la realidad implica la capacidad de sometimiento y la aceptación de ser sometido. La fe interna se presenta en dos niveles, correspondiendo el primero por ser la suma de cuantos individuos forman parte del altar que da paso, en segundo lugar, a un efecto o manifestación colectiva, donde nace el yo del Pueblo; es decir, la identidad interna. Lo que ha tenido lugar es una mera elevación de conceptos que propician pasar de una atadura personal a una atadura social, o dicho de otro modo, paso de una fe interna a una identidad interna. Esta construcción del altar y ser referente del límite del Hato, exterioriza la idea de Soberanía y propicia su conclusión como Nacionalismo. Ahora bien, con ser el elemento esencial de esta nuestra construcción de la Historia, el Altar solo desarrolla un sentido de cohesión indeterminado, que no comprende ninguno de los dos términos que significan dirección del Hato sobre la Espiral, como son Soberanía y Nacionalismo, porque en estos momentos de la Historia ambos significados son propios del Santuario, ya que el Pueblo es un sujeto pasivo de la Historia, y esa pasividad como una permanencia en la inactividad, deja que las cosas transcurran sin la necesaria intervención del Pueblo, en una actitud de recepción y sin contractuación. Porque alrededor del Pueblo, con carácter prevalente y  envolviéndolo, se sitúa el Santuario, espacio físico que permite la plena actividad de los Avanzados, quienes guardan la cabecera del Doble Hato posicionando en tal lugar al Segundo Hato. Esta es, en esencia, la Sociedad.   

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