domingo, 18 de noviembre de 2018

04735-79.IMPOSIBLES: La guerra de los universos

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04645 (12.10.2018 - ¿Por qué tiene que cobrar más dinero un Médico 
                                   que la Señora de la Limpieza?

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04909 (23.01.2019 - La soledad y la Compañía)


    El humo de mi pipa, que siempre me abandona, nunca sé dónde va tras recorrer la cánula y el filtro. Hoy he decidido seguirlo cuando apenas ha sobrepasado los limites de la cazoleta, donde agazapado y y cubierto de tabaco me he situado. 

    Sobre el humo blanco he saltado, y al humo me he atado aprovechando una de las hebras tras la que estuve mimetizado y esperando, de modo que ascendiendo el humo, ascendía yo al humo atado, viendo cómo quedaba el mundo de los humanos allá abajo, cada vez más pequeño, cada vez más inexacto, cada vez vez más solitario en un universo que se expande hacia ningún lado, huyendo de su origen como ese loco que huye de la cordura hacia ningún lado. 

     De súbito sucede algo inexplicable, la tierra ya no está allá abajo y yo transito por entre la materia oscura como volando o tal vez parado y sobre la grupa del humo que sigue caminando; las estrellas, a mi alrededor, se van agrupando, mirándome extrañadas al ver a un hombre sobre un humo cabalgando, que respira sin oxigeno y vive sin esperarlo, mientras oigo a una de las estrellas a las otras decir... ¡cuidado, es un humano!

    Entretanto las partículas fundamentales se van, como las estrellas, agrupando en una conferencia universal, de ahí que yo, a lomos del humo blanco, me acerco por ver que están tramando. Entiendo que ha llegado el momento, han discutido mientras llegan misivas de miles millones de astros, y han votado... ¡es un hombre el que ha llegado!

    Y han votado, no sabiendo yo el resultado de lo votado, ni sabiendo yo el contenido de lo votado, que ni lo uno ni lo otro me han participado. Más, entreveo el suceso posterior a lo decidido, y empiezo a comprender que soy yo el objeto de lo tratado; me han sentenciado, ya que dice la sentencia proclamada que no se puede dejar a un hombre suelto por el universo, que de dejarlo a su aire navegando, será el germen de la discordia entre las partículas fundamentales, que subirá la temperatura, y que toda se extenderá entre miles de millones de años luz, de forma que yo, el hombre, terminaré confundiendo a la materia oscura acrecentando el caos y el fin del universo dado. 

     Ante tal peligro que me viene persiguiendo, al humo blanco he dado orden de correr al máximo y hallando, como he hallado, una canal, en el tubo he penetrado, hasta alcanzar el fin del mismo y hallarme, más sosegado, en otro universo, enemigo del primero, donde he sido recibido con los brazos en alto y las manos golpeando las palmas interiores, hasta que se ha hecho el silencio, yo he descabalgado y he tomado posesión de mi reino. 

    Pronto hemos superado la puerta de entrada a la canal por donde vine, y he lanzado a mis huestes contra el universo alzado, aquel universo que quiso condenarme porque fui sentenciado, he iniciada la batalla, los dos universos, al cabo, se han destrozado, mientras yo permanecía observando el suceso narrado, sobre el humo blanco, con mi pipa en la mano, en aquel sinuoso gusano, donde solo todo lo he contemplado, feliz y complacido, de saber que era el único...

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