Ver documento 00272
Al Hombre le queda tener FE en el DESTINO, empleando para ello la Razón. El Destino como la manifestación subjetiva de una voluntad objetiva, cuya interpretación recae en el ORACULO; en esta búsqueda de conocimiento el Hombre haya, entre un estado permanente de ignorancia y existencialidad, la respuesta del Eterno por sí, directamente sobre el Hombre, o por intermediación de su representante en la Tierra. En ambos casos la duda que llena el presente se convierte en la contestación del futuro, que al estar por venir pende tanto de fenómenos naturales como de aptitudes humanas, de ahí que el Oráculo exprese la decisión divina con una enigmática mezcolanza de motivos y razones que han de coincidir con la realidad de los acontecimientos. El augurio implica desconocimiento, de una parte del Eterno, que haciendo creer al Hombre que lo sabe, por su eternidad, todo, esconde tras esa supuesta eternidad la ignorancia del Hombre, y de otraa parte del Hombre, que recurre a la inteligencia del Eterno para dar contenido a un Saber sustentado sobre un origen desconocido. ES necesario, a la vista de esto, que la contestación del Oráculo sea resuelta, en la parte que no está clara, por el ADIVINO, quién cobra un ingreso como contraprestación a ese acto de despejar la respuesta. En esencia es en esto en lo que consiste la ENFERMEDAD; la duda sobre el origen y la realidad sobre el trascurrir de la Naturaleza, implica una carencia en la condición humana. La Naturaleza acoge al Hombre en un medio que le proporciona vida y le procura extinción, siendo el proceso la Enfermedad, la cual arranca de los dioses e incluye la CURACION, que es un sacrificio sobrenatural que quiere conducirse hacía lo Eterno, de ahí que se pregunte al Adivino sobre el Oráculo, y éste escuche del Eterno lo que es un descarrilamiento de la Naturaleza por efecto de un desequilibrio físico y síquico, contra lo que solo cabe la moderación y la vida sana; esto es la VIRTUD.
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