miércoles, 22 de agosto de 2012

01110-07.FIN DE LA HISTORIA: 03.La Cova

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     Es, de nuevo, tomado por el Hermano Terrible, quien le hace pasar al lugar donde reina el silencio de las cosas, u un olor a cera llena los sentidos ocultos. Golpean los malletes. Es, Cómodo, sentado, sin que lo sepa, en el centro de todos. Sobre el pecho siente un aguijón que le apunta. Le dicen:
- Aseguraos por el tacto de la naturaleza del objeto que os oprime el pecho y decidnos qué es
- Una espada -replica el Recipiendario-
- ¿No os acusa vuestra conciencia de querer penetrar en nuestros augustos misterios con el objeto de vender o delatar a los que hayan de ser vuestros hermanos?. Caballero: las condiciones que exigimos para ser admitidos  entre nosotros son una sinceridad a toda prueba y una perseverancia absoluta  en los propósitos. ¿No contestáis?. ¿Habéis solicitado espontáneamente ser recibidos?. ¡Contestar!. ¿No es la curiosidad la que os ha invitado a venir entre nosotros?. ¿No contestáis?. ¿No es ha dicho nada de lo que hacemos?. ¿No contestáis?. ¿Sabéis quién somos?. Debéis contestar caballero
- No
- ¿Cómo, en tal caso, os habéis atrevido a solicitar vuestro ingreso en la orden?. ¿Seguís negando contestar?. Decidme, ¿qué ideas han despertado en vuestra imaginación el lugar fúnebre de donde venís, los objetos que os rodean, las inscripciones que habéis leído en las paredes y el aspecto de la cámara donde permanecisteis recluido?.
- Que el hombre es y está por la imposición de su fuerza
     Ha respondido Cómodo por primera vez. No se mueve. Por primera vez se pregunta por el objeto de toda aquella farsa, sobre su presencia allí. Y por primera vez piensa en el Viejo Loco. Su voluntad, al aparecer, esta cambiando de posición, sin saber hacia dónde camina
- ¿No os llama vuestra atención el estado en que os presentáis, con los ojos vendados, sin armas, sin defensa, confiando impremeditadamente en nuestra generosidad?
- No -ha mentido-
- ¿No teméis que abusemos de vuestra confianza?
- Si
- ¿No os causa ningún temor el examen moral al que os sometemos?
- Me lo causa
- ¿Os ratificáis en lo que habéis consignado por escrito?
- No recuerdo que es eso que he escrito; para pensar es preciso antes olvidar.
- ¿Decidnos como comprendéis a Dios y cual es la religión que profesáis?
- Comprendo al hombre, profeso la religión del hombre. Soy enemigo de la naturaleza.
- Reconocemos la existencia de un principio regulador, absoluto e indefinido, al que damos el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y comprendemos que la razón humana debe ser el único medio de investigación de la causa suprema. El hombre, pues, debe a Dios la existencia, la razón y el libre albedrío. ¿Tenéis la bondad de explicar, con mayor amplitud, vuestras contestaciones sobre los deberes del hombre para consigo mismo y para son sus semejantes?.
- Sobrevivir..., sobrevivir a consta de uno mismo, a pesar de la indiferencia de los demás, sobrevivir para morir, siempre luchando para evitar ser alimento de la naturaleza -explicó Cómodo-
- Lo que el hombre debe a si mismo puede resumirse en lo siguiente: estimarse, conocerse, honrarse, conservarse, buscar la verdad y hacerse amar de los demás hombres. Asimismo debe a éstos su instrucción, sus talentos, su amistad, humanidad y compasión, no deseando para ellos otra cosa que lo que para si mismo desee. ¿Qué deseáis para vuestra propia vida?
- Deseo una muerte que no beneficie a la naturaleza
- Decidme caballero, a vuestro parecer, si como intuyo de vuestras respuestas, ningún ser supremo existe y es vuestra condición la del ateo, ¿a qué o a quién se debe la existencia de este mundo?, ¿podría decirse que a la naturaleza?, tantas veces citad, ¿será Dios eso que llamáis naturaleza?
- A mi -contestó Cómodo-
- ¿Cómo decís?
- La existencia de este mundo se debe a mi
- ¿Sois quién lo ha creado?
- Vos discutís conmigo ya que yo existo. De otro modo vos no podríais discutir conmigo
- ¿Queréis decir que no existen los demás?
- Existen mientras yo exista. Mi muerte acarreara vuestra muerte conmigo. La existencia del mundo se reduce a mi existencia
- He terminado
- Hermano Terrible, cumplid con vuestro deber.
     De la compaña del Hermano Terrible abandona Cómodo aquella estancia que no conoce, aquel templo de la oscuridad. Y pregunta el Venerable Maestro
- ¿Aprobamos las contestaciones del profano?
- ¿Y qué contestaron? -preguntó el de Consumos-
- Que no. 

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