lunes, 27 de agosto de 2012

01114-22.JIJONA: Año 1992: La frontera pérdida

Documento anterior:     01085

Documento posterior:  01929


                     -I-
               
     El veintisiete de enero de mil ciento cincuenta y uno se firma el TRATADO DE TUDILEN entre Alfonso VII de Castilla y Ramón Berenguer IV de Barcelona. Entre otras varias cláusulas, que al caso que nos ocupa no es menester andar en conocimiento, los señores de aquellas tierras, por la fuerza de las armas, se reparten las conquistas de los suelos de los seguidores de Alá, de modo que al Conde de Barcelona y Principe de Aragón corresponde la toma de los reinos musulmanes de Valencia, Denia y Murcia, con excepción de los castillos de Lorca y Vera.
     En mil ciento setenta y nueve el castellano Alfonso VIII y el rey aragonés Alfonso II firman el TRATADO DE CAZORLA. Fijan, aquellos nuevos señores, los limites de sus poderes, remitiendo la linde de la conquista de las tierras musulmanas para el reino de Aragón a favor del entonces poder castellano, quedando, pues, las correrías y los pillajes de aragoneses y catalanes, en tierras del infiel, a zonas aproximadas a la actual provincia de Valencia, asignando el derecho de conquista en el actual enclave geográfico de la provincia de Alicante, desde el Jucar hasta la línea imaginaria de Biar-Sexona-Calpe, quedando el resto, que modificaba el acuerdo de Tudilén, para el reino de Castilla.
     En abril de mil doscientos cuarenta y tres, y en el PACTO DE ALCARAZ, el infante Alfonso, hijo de Fernando III de Castilla, y el hermano de Muhmamad Ibn Hud, rey del hudita reino de Murcia, que gobernaba desde el Júcar hacía el sur, pone su entero reino en alianza vasallática al de Castilla.
     El veintiséis de marzo de mil doscientos cuarenta y cuatro, y al objeto de evitar la guerra entre Castilla y Aragón, se firma el TRATADO DE ALMIZRA, donde se concluyen de forma definitiva, entre Alfonso X de Castilla y Jaime I de Aragón, la ya polémica frontera entre ambos reinos cristianos, fijándose desde la confluencia de los ríos Cariel, Ayora y Júcar al puerto de Biar, Castalla y Sexona, en zona aragonesa, y hasta Busot y Aigües en zona castellana.
     Más no bastando a los señores de la guerra y del poder lo que, por sus fuerzas, alcanzaba su voluntad, que Jaime II de Aragón cruzó, a su antojo la línea de demarcación antedicha, haciendo suyo el pillaje y cambiando las leyes y costumbres, hasta incluir en su reino de valencia las tierras más allá de Sexona. 
    
                     -II-

     Ochocientos años más tarde la antigua Sexona se levanta, sobre la misma línea fronteriza, el mismo piso, incrustada, como está, entre dos tierras, entre dos comarcas que sufren en distintos mundos, norte y sur, y configurada por un anticlinatorio que, si bien la parte en dos, poniente y levante, acrecienta las diferencia norte–sur. EL triángulo Sexona-Montnegre-Busot presenta un paraje de barrancos y montículos, desolador y adverso, ténuamente admirable en el corto doblamiento de los, cada vez, más exiguos almendros, una sucesión interminable de piedras y polvo, un desierto de hamaca, plenamente abierto al llano litoral de Alicante. Al norte, sin embargo, el valle del río de La Torre, es un estrecho y largo pasillo, surcado por cerros y barrancos, configurado por un incipiente y agreste paisaje serrano. Sexona, entre ambos marcos, es un verdadero punto de inflexión, un elemento fronterizo entre el llano de Alicante y los valles al norte y oeste. 

                     -III-

     Sexona, pues, partida en dos, se debate  entre dos pretensiones. Una, natural, abierta al mundo castellano, la hace palidecer entre las frases valencianas y catalanas. La otra, de corazón, mirando al mundo valenciano, la hace gemir entre frases valencianas y catalanas. Los primeros la quieren ver insertada en el campo de Alicante y hablan de ella en castellano, viéndola, los intolerables de este grupo, valenciana. Los segundos serían dichosos viéndola parte de la Montaña y se refieren a ella en valenciano, viéndola, los intolerantes de este grupo, catalana.
     Esta configuración histórica y terrícola de Sexona, fijada sobre una línea fronteriza perdida, determina las oscilaciones y vacilaciones propias de las regiones que han sido punto indeterminado de una uniones, por la fuerza de las armas, y que fijadas en el tiempo resultan una amalgama de hechos, pretensiones y costumbres, con inclusión de poderosos y de humildes, que pueden ser explicativas de las distintas posiciones, afirmaciones y negaciones, que sitúan a la entera ciudad como más acá o más allá.

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