miércoles, 17 de febrero de 2021

06375-367.ASIA: 10.Birmania: 01.De la represión

DOCUMENTO ANTERIOR
06350 (09.02.2021 - 09.Birmania
                                 Entre un asesino el general Min Aung Hlaing 
                                 y una defensora Aung San Suu Kyi 
                                 de un asesino)

DOCUMENTO POSTERIOR
06436 (31.03.2021 - 11.Birmania
                                       Lo que quieren los militares)


      BIRMANIA no es un país democrático, de manera que pedirles a los birmanos que sean democráticos es como pedirle peras al olmo. La realidad es que Birmania sigue en la encrucijada de tener que elegir entre un asesino el general Min Aung Hlaing y una defensora Aung San Suu Kyi de un asesino o dicho general. La situación ahora es que el general de ha cansado de soportar a su defensora, de ahí que la haya puesto a buen recaudo y esté ahora gobernando como lo hacía hasta hace unos días, pero sin tener que aguantar a su defensora.

      Como en Birmania ha mandado, manda, y seguirá mandando el ejército, la solución de Birmania pasa por no tener solución, como no la tiene ningún país autoritario, de ahí que el EJÉRCITO esté en las callas de Rangun cazando protestantes, a los cuales aplicarles la debida tortura, lo que no acontece con Aung San Suu Kyi, que ya estuvo 15 años de prisión domiciliaria y ha vuelto a tan "rica" prisión domiciliaria. 

     El asunto empieza a ser otro; Aung San Suu Kyi empieza a ser un estorbo sin solución, salvo una, que se muera por vejez o por accidente, porque lo evidente es que Birmania no volverá a tener elecciones, ni libres ni no libres, pues seguramente Aung San Suu Kyi volvería a ganar holgadamente, y el ejército volvería a estar en la casilla de salida. 

     Al EJÉRCITO no le va  a temblar el pulso; está especializado en asesinatos, desapariciones y detenciones a gran escala. Acabaron con la Revolución del Afrazan de los monjes budistas en el año 2007, y en 2017 asesinaron, quemaron casas y expulsaron a más de 700.000 rohingyas, a los que siguieron en 2019 los arakaneses, todo esto con el silencio comprometido de Aung San Suu Kyi, entre otras barbaridades históricas

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