sábado, 8 de junio de 2013

01458-01.IMPOSIBLES: Defecando

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     Apenas el ecuador de la mañana marcaba la existencia clara, bullía de gentes las calles por las que, una tras otra, Cómodo Centón caminaba. Un lagarto de fuego, con su ojo amarillo de luz, llenaba el universo donde toda la vida se alimentaba mientras esperaba a la muerte situada al final del camino. Y fue entonces que sintió El Centón como un retortijón recorrerle el cuerpo.  

    A la vista de lo anterior llevose la mano al vientre, y frunció el ceño; algo por detrás quería abandonar su cuerpo. La frontera contenía, como mejor podía, a aquello que quería fugarse de sus adentros, más la presión constante del emigrante retorciéndose se agrandaba y crecía en fuerza. Venía la masa, que ya era masa y no uno solo, manifestándose en sonoros alaridos llevados por vientos  y, en ocasiones, solo en ocasiones, en silenciosos sonidos de olorosos aires salidos de la averno.

     A la vista de lo anterior, opto El Centón por deshacerse de tanto infierno, y viendo una frutería, en la frontal de la manzana abierta, entró y hallo escrita la palabra "aseos". Abrió la puerta y entró dentro, y una vez dentro, ya una vez sentado, observó que no existían las paredes ni la puerta que abriera existía, y que aquellos dos señoras, mientras que admiraban el color de unas naranjas, le miraban a él y a la cara de dolor que estaba poniendo. Así, sin duda, no era posible hacer aquello que el cuerpo le pedía.

    A la vista de lo anterior, cruzó la sala del banco, ignorando a las bancarios, hasta que vio, sobre una pared escrita, la palabra "aseos". Se sentó de nuevo, y al punto que estaba al punto de abrir la frontera para que los emigrantes salieran, notó sobre su cuerpo la mirada inquietante de una mujer joven que hacia cola en la ventanilla de caja, no sabemos si para extraer o introducir dineros; otro "aseo" sin paredes, otro "aseo" sin puerta... ¿quién puede follar y cagar al mismo tiempo?, ¿quién puede hacer una transferencia de semen envuelto en una masa pringosa que a la vista el estomago revuelve?

    A la vista de lo anterior, encontró en el centro de la acera un retrete; y se sentó con la firme intención de abrir la puerta de las especias, más... pasaba la gente, ¡que manía tiene la gente de pasar por la acera con el sol caliente!, y le miraban con una sonrisa graciosa, como con pena de verlo sometido a tan gravoso trance, que sintió El Centón la vergüenza de estar expuesto a los ojos consentidores de aquellas gentes, de modo que falló en su objetivo de cumplir con la misión que su cuerpo le imponía aquella mañana. 

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