sábado, 7 de septiembre de 2013

01565-06.IMPOSIBLES: La sargueta

DOCUMENTO ANTERIOR: 01546

DOCUMENTO POSTERIOR: 01601


      "...he mandado que de mi parte os diga las causas por las que conviene a esa ciudad y a los religiosos del convento de Santo Domingo que está fuera de esa mi ciudad que el dicho convento se traslade dentro de ella...". Entré en la iglesia por la puerta de la calle Mayor que daba a la media naranja y que separaba la nave del presbiterio. En el centro del crucero vi a un Hombre escribiendo sobre una mesa; levantó la cabeza y me miró, luego siguió escribiendo. A la izquierda estaban los telares...., "¿busca trabajo?" me preguntó el Ocioso. Al  fondo, en la baranda del coro, colgaba una tela morada con un escudo en su centro... "representa a un caballero con armadura y a unos soldados, están frente a los muros de la ciudad, y quieren tomarla. ¿Busca trabajo?" insistió.

      "Busco la fábrica de sarguetas" dije. El Ocioso se alejaba entre los telares. Una Mujer rezaba en la capilla de Nuestra Señora Charo, y fue hasta ella... "me llamo Rosario" decía la Señora a la que rezaba la Mujer, "ya lo se" respondía la Mujer, "pues díselo"., Yo me había detenido en la misma puerta de la capilla, y deje de oírles, sin embargo respondí "si" cuando me preguntaron. "Entonces busque usted al Ocioso" me recomendó el Jefe del Priorato.

      Cantaban los dominicos en un extremo del coro, mientras bailaban...; llovía, yo al menos me estaba mojando, pero llovía desde abajo... "estamos invertidos" pensé, que de otro modo no podía ser que lloviese la tierra y no el cielo. "Aquí el agua se pierde en el cielo"; entonces miré del revés, pero se veía igual, no sabría decir igual a qué, pero se veía igual que mirando del derecho. Fue entonces que lo comprendí, "lo izquierdo" no existe. ¡Ya!. Sacaba el dormitorio ventanas al mar, las celdas eran apacibles, aunque el claustro estaba algo lejos. "Y el cielo se la queda". Sin embargo, justo al día siguiente, llego la sorpresa pues tenían que dejar el convento, que allí iba una fábrica de sarguetas, y todo porque la posesión había sido subrepticia, de modo que era nula.

     ¡Basta! gritó, desde su pedestal, Charo. Entraron hombres por la puerta que daba entrada desde la calle Mayor a la nave, buscaban al encargado de la sargueta; "no hay sargueta" les dije yo. "¿Y esto? preguntaron. Dude..., "telares", mientras los dominicos cantaban más alto, ahora dirigidos por el Jefe del Priorato.

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