miércoles, 17 de febrero de 2010

00020-02.ALICANTE. 01.Año1844: 01.Los Martires de la Libertad

Documento anterior 00003
Documento posterior 00023 y 00047
El coronel que entró por la Puerta de La Reina ha pedido audiencia al Comandante General señor Lasala. Le hace saber que responde al nombre de Pantaleón Boné, que viene desde Valencia al frente de una escogida tropa para la represión del contrabando que asola las costas de Alicante y las hace peligrosas para los buenos hombres. Más el coronel Boné guarda silencio en aquellos asuntos que son cosa de traición para los enemigos. Ciertamente estaba confabulado con algunos hombres influyentes de la provincia, y en especial con tres de ellos, con quienes se puso de acuerdo, y con habilidad de diplomático avezado llevaría a cabo el pronunciamiento, que es el verdadero objeto de este discurso. No obstante son las cosas que parecen, y en esto de las luchas entre los hombres siempre parece que gane aquel que debió perder. Añade el coronel Boné que tiene a los hombres apostados extramuros, acampados por aquel lugar , una rambla, al que llaman Rihuet, que mejor sería que pudiesen tomar acomodo entre los alicantinos y confraternizar con ellos, como debe ser entre pueblo y sus dignos defensores, porque aquellos hombres que esperan a las afueras de los muros son hombres del pueblo, y salidos y que siguen en el pueblo, y por lo tanto son como los alicantinos. Le manda el señor Lasala callar, que es obligación de un Comandante General acudir en auxilio de los que prestan servicios a la patria, y otorgarles cobijo y atender a sus necesidades, que fuertes han de estar para cumplir tan necesaria y arriesgada misión como es la de erradicación de los contrabandistas. De aquí, y por todo lo dicho, da permiso el señor Lasala para que los hombres de Boné crucen la Puerta de San Francisco. Desde esta puerta el lienzo del murallón cae por las Bóvedas hasta encontrarse con el Baluarte de San Carlos, verdadero bastión artillado por veinte piezas que a la mar Mediterránea miraban, entretanto que al poniente un fortín más elevado y con almenas jalonado, oculta a los enemigos las casas de Alicante, siete metros de altura alcanza sobre un terraplén formado sobre la escollera que desde la Casa del Rey largaba hasta Las Bóvedas. Fue elevar aquello una labor del vecindario, en honor de Carlos el Segundo, quién mil doblones había aportado, que junto a los dos dineros por libra de carne que fue impuesto, hizo que el conjunto fuese acabado. Boné, que escuchaba las explicaciones del Comandante General, espera, paciente, poderle callar. Piensa, más que en el abrigo de sus hombres, en la empresa que le ha sido confiada.

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