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Conforme se manifiesta Cómodo Centón "el Hombre es el Algo y la Cosa". No queda claro qué es el Algo y qué es la Cosa, no obstante lo cual todo lo "que es" o "puede ser" viene determinado por una consecuencia, lo que implica que decir que el efecto provoca una causa es volver del revés que la causa produce un efecto.
Consideremos que el Mundo ha sido creado y dejemos a un lado si fue el mundo por el Mundo creado o fue Dios quien creo el mundo o fue, acaso, que los Atomos, perdida su verticalidad de caída y adoptada la inclinación de caída que les permitió unir sus trayectorias, los que crearon el Mundo. Digamos, pues, que ya tenemos al Mundo creado. ¿Cómo fue creado, limpio o sucio?
Aceptemos que el Mundo nació LIMPIO; en tal caso sería lícito decir que existe el derecho de ensuciar el Mundo, ya que de otro modo no se entendería la presencia en el Mundo de SERES cuya función esencial es ensuciar el Mundo, pongamos al Hombre de ejemplo. Ciertamente todo Hombre nace con la piel limpia pero sucía de sangre, de modo que toma el Hombre un poco de agua límpia, frota con el agua su piel limpia y traslada la sangre que ensucia su cuerpo al agua limpia, ensucinado el agua que antes estaba limpia.
Aceptemos que el Mundo nació SUCIO; en tal caso sería lícito decir que existe el derecho de limpiar el Mundo, ya que de otro modo no se entendería la presencia en el Mundo de SERES cuya función esencial es limpiar el Mundo, pongamos al Hombre de ejemplo. Ciertamente todo Hombre contempla la presencia de un árbol, arranca el árbol y dispone en su lugar de una carretera, para concluir, de seguido, que necesita plantar un árbol que le proporcione oxigeno para poder arrancar otro árbol y abrir otra carrtera que le permita llegar más lejos para plantar otro árbol.
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