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Pero la idea misma quedo en Milagros y, con ella, dicen que murió; Milagros odiaba la ropa, desde los tiempos de su tatarabuelo la familia se había dedicado a esta rama de la producción, cada vez con menos éxito, y como fue que fuera la primera en la familia que obtuviese buenas notas en el colegio, practicó estudios de crematística en la universidad, no encontrando trabajo sino de hortera, lo que la convenció de la inmediata necesidad del suicidio. Antes, sin embargo, la muchacha se lo trasladó a PRODIGIO, un novio que tuvo y que apenas le duró, quién elevó al Ministerio de Hacienda una norma por la cual, al ir a pagar, el comprandor debía de presentar la declaración de la renta, aplicando el vendedor el correspondiente porcentaje, que compensaba lo que de más pagaba el rico para descontárselo al pobre. El Ministerio no contestó. Insistió Prodigio manifestando que el petróleo no vale más porque haya menos, sino porque la especulación, es decir oferta y demanda, decide que el petróleo vale más porque hay menos, de modo que siguiendo este absurdo especular el petróleo valdrá mucho más cuando no quede petróleo, solo que cuando no quede petróleo la oferta y la demanda desaparece, deja de especular y el petróleo deja de tener valor. El Ministerio no contestó. Insistió Prodigio preguntando sobre el valor del sol, diciendo que ahora que hay mucho hidrógeno al sol es de un gran valor, pero que cuando el sol pierda hidrogeno su valor disminuirá, lo cual será de tal manera ya que la oferta y la demanda, en cuestión de sol, no podrá ejercer su derecho a especular. El Ministerio contestó: "Prodigio, en cuanto a lo que dice del sol, yo no me fiaría de la especie humana"
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