viernes, 3 de febrero de 2017

03402-69.EL VIAJERO MADURO: 06.Munich (Alemania): 01.Castillo del Cisne

DOCUMENTO ANTERIOR
03396 (31.01.2017 - 05.Munich (Alemania): Dachau, campo de concentración)

DOCUMENTO POSTERIOR
03405 (04.02.2017 - 07.Munich (Alemania): 02.El Castillo del Cisne)


    La breve estancia del Viajero Maduro en Alemania está llegando a su fin; queda un día y a la vista de lo imprescindible que es visitar el CASTILLO DE LA NUEVA PIEDRA DEL CISNE, monta en un vehículo de tracción a motor que es conducido por Don José Luis El Informatico, dentro del cual Cómodo Centón, en compañía de La Centona, de Doña Francisca La del Algar, y de Don José Luis El Grande, se deja llevar por entre la placidez del nevado paisaje de la llanura bávara, al pairo de esa deliciosa temperatura que ronda los menos diez grados bajo cero. La continuidad de arboledas, bosques, campos abiertos al cultivo, pequeñas granjas, envueltos por una tierra plana sobre la cual el sol ejerce una cálida manta se tronca, unos 130 kilometros más tarde al sur de Munich, en una masa de picos que anuncian lo espectacular del paisaje. Picos que recuerdan al Centón las puntas de silex de aquellos neandertales, talladas a fuerza de golpe, y que desde su asiento idealiza Cómodo como enormes triángulos que toma por su base y lanza como puna de jabalina.

    Majestuosamente la llanura da paso a Los Alpes. Y en la punta de uno de aquellos silex, entre árboles blancos ascendentes, más secos que la mojama, rompe, perdido el horizonte, la imagen de una casa blanca coronada en negro y custodiada por agujas finas semejando a centinelas inquebrantables. Su abrumadora belleza es un hecho y su fantasmagórica posición una realidad dificilmente impenetrable por su concepto, desarrollo y terminación.

    Después de recorrer la autovía 96 y la carretera 17, y antes de llegar a Schwangau, tomamos a la izquierda y tras una recta, que nos permite admirar el castillo, llegamos a Hohenschwangau, entre una agrupación de pequeñas casas y donde una multitud de gentes va y viene, y hace una enorme cola de serpiente. El bullicio, que es infernal, choca con la belleza del lugar, y la placidez del viaje se vuelve un algo de ansiedad y trasiego para la adquisición de un billete que permita la visita al CASTILLO DE NEUSCHWANSTEIN, promocionado por Luis II de Baviera, construido entre 1869 y 1886 por el arquitecto Christian Jank, el ingeniero estructural Eduard Riedel y el ingeniero civil Georg von Dollmann.

    Una vez con el billete en la mano, hay que ascender a la cumbre; dicen Los Viajeros Esforzados que son apenas veinte minutos andando, más... el Viajero Maduro no está para trotes innecesarios, y ve al punto que su vista mira, un hermoso pecheron de una tartana tirando; parece tercermundista, dice La Centona. Más aun siendo cierto que en todos los sitios cuecen habas, suben al estante de la tartana y tira el animal hacia arriba, por el camino carretero, entre Los Viajeros Esforzados, a los que olímpicamente pasa; se para poco más adelante, evacua y tira hasta que llega al alto en el que El Centón ha de apearse, y siguiendo el dicho aquel que donde vayas haz lo que vieres, entra Cómodo en un urinario, evacua y prueba un vino tinto caliente que los lugareños tienen, por costumbre, beberse, bebida que no hace gracia al Centón pero que por probada, puede presumir, tiene.

     Tras el descanso, queda un pequeño repecho hasta el PATIO EXTERIOR del castillo. Hay a la izquierda un mirador, posiblemente el antiguo mirador que quedó tras la demolición de los dos viejos castillos que en la zona hubo; desde tal MIRADOR se contempla toda la llanura por la que El Centón llegó y pudo contemplar El Castillo del Cisne por primera vez. Más allá una extensa superficie helada que oculta dos lagos, Forggensee, que es artificial y resultado de la deriva ampliada del río Lech, que fluye al Danubio, y el lago Bannwaldsee, y que se confunden como uno solo baja la extensa capa de nieve caída; es lugar de fotos. Hay un SEGUNDO MIRADOR que se asoma al DESFILADERO DE PÖLLAT, extendido al este del Castillo del Rey Loco y que introduce al Viajero Maduro en una sucesión de montañas con punta de flecha de silex y todas vestidas de blanco: es lugar de fotos.

     Desde aquí se puede contemplar toda la pared norte del Castillo del Cisne con la BARBACANA en primera línea y cuya descripción no se hace al hallarse la estructura cubierta de andamios, aunque se puede ver a dos colores, blanco y rojo. Desde aquí inicia El Centón los últimos metros de ascenso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario