miércoles, 22 de febrero de 2017

03440-04.LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS: 04.Primeras Explicaciones

DOCUMENTO ANTERIOR
03428 (14.02.2017 - 03.Primeras Explicaciones)

DOCUMENTO POSTERIOR
03449 (25.02.2017 - 05.Primeras Explicaciones)


     Nos dice Cómodo Centón como en la Emanación y en la Encarnación lo que brota tiene su origen en Lo Eterno, pero una tercera explicación nos lleva a considerar la posibilidad de que el “brotar” sea, en sí mismo, el origen. Pero de igual modo que el “brotar” se ha materializado, primero, en un manantial y, segundo, en la carne, el nuevo “brotar”, que busca la explicación sobre el origen, se materializa en un HUEVO. La implicación necesaria de lo anterior es que toda explicación del origen requiere de un lugar familiar al Hombre, de modo que la representación de la Idea se escenifique dentro de una forma como efecto de una causa material que, ya hemos dicho, ha de ser suficientemente conocida. La consecuencia es clara: la inexistencia de la Emanación, de la Encarnación y del Brotar muestra como todo aquello que no existe, y “es en sí mismo” pura invención, precisa para su “existencia” de materia. La primera, aparente, dificultad la encontramos en el hecho mismo del “brotar”; todo brotar necesita de un sustento, y éste ha de referirse a materia, y, por lo tanto, se remite a un origen, así de la tierra brotan las plantas, del manantial es el agua la que brota, y brota la carne de la carne, pero... ¿qué brota de un huevo? En este caso que tratamos se dice que en el HUEVO PRIMIGENIO tiene lugar el principio, lo que aparece, aquello que empieza, lo que se manifiesta, de modo que conocemos el final del hecho consistente en admitir que del huevo algo brota. Decimos, pues, que un “huevo” es el origen “en sí mismo”, y es el origen de la vida en la Tierra pero no el origen mismo de la Tierra, ya que si el “huevo” existe sobre la Tierra, debemos de decir que la TIERRA es anterior al “huevo”; como ya hemos dicho: todo brotar necesita un sustento. Lo fácil de este Saber es proponer que del “huevo” brota la vida, lo complicado reside en proponer el origen cierto de la vida. Sin que sepamos a ciencia cierta que Ser puso ese “huevo” o si fue el propio “huevo” quién así mismo se puso, de cuya gestación salió aquel que dio origen a alguien que se extendió sobre la tierra, de modo que cabría pensar que ya la tierra existía antes de que el “huevo” fuera puesto, lo que daría lugar a dudar sobre el “huevo” como origen de todas las cosas, hasta morir, de modo que de ese cuerpo emanó la naturaleza. De esta manera el Hombre surge de los parásitos que cubren el cuerpo de aquel que salió del “huevo”, de lo que se confirma que el Hombre vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y pauperandolo sin llegar a matarlo, que es lo que algunos consideran que hace el Hombre con la tierra y sus cosas. La Idea de La Persona crea una nueva variable en relación al Venero; lo que mana es “vida”, su resultado es “muerte”. Tanto en la Emanación como en la Encarnación parece predominar el respeto a la Naturaleza, su conservación y trasmisión, como aportaciones esenciales al Proceso de la Vida. Pero lo que “nace”, “muere”, de modo que permanecer vivo significa matar pero conservando la vida de aquello que proporciona vida. Ciertamente si la Persona “mata al alimento”, procede la desaparición del alimento. El “huevo”, llegado a este punto, carece de interés; lo significativo está en aquello que sale del huevo, el alimento. La Idea de la Persona ha justificado, de tal manera, la posición deSde la Persona frente a la Naturaleza, de lo cual se toma, siempre dejando, para seguir tomando, de modo que la Naturaleza queda al servicio de la persona. Ya no es preciso esperar que brote del manantial “lo que es”, puede la persona penetrar en el manantial y tomarlo. El reinado del Cielo ha sido sustituido por el reinado de la Tierra, para concluir con el actual reinado de de la Persona. Cabe, pues, considerar que si la persona reina sobre todas las cosas, tanto la Tierra como el Huevo han de someterse a la voluntad de la Persona, lo que justifica, sin reserva alguna, que la destrucción de la vida viene justificada por la necesidad de la Persona. La existencia de la Persona parte desde la propia en las cavernas, la trepa de árboles, la construcción de nichos protectores y el sometimiento a esclavitud de ciervos alados y dragones entre la existencia de los semidioses y los hombres. En este momento comprende la Persona que todo aquello que obstaculiza su voluntad merece ser aniquilado, de modo que el cuerpo del Hombre se alimenta de las bestias y se viste con sus protecciones, de forma que la rebelión de los animales y plantas contra el Hombre justifican la reacción de éste y el retroceso de la naturaleza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario