Ver documento 00153
Sin embargo, algo entre la Razón y el Eterno se interponía. Que la Materia existe parece ser una evidencia, aunque sea posible negar la existencia de la Materia considerando que sea una visión del Hombre impuesta por lo Eterno; fijariamos, de este modo, la Matería como una simple ilusión de la evidencia humana. Sin embargo frente a la Materia como elemento del mundo físico humano, determina el Hombre que existe una Materia propia del Eterno, y a ese materia la llama el Hombre MATERIA ELEMENTAL; es eterna pues el Eterno es, y es indestructible pues no es posible destruir lo Eterno, siendo elemental ya que no es posible que lo Eterno sea la combinación o mezcla de elementos simples ni esta constituida por materia compuesta en cualesquiera concepción ni entendimiento. Por otro lado lo Eterno, que se ha excedido sobre si mismo desde si mismo, no lo ha hecho para seguir ocupándose de la vida humana, que solo es una extensión inexplicable de si mismo sobre si mismo, sino para recoger los frutos de su extensión, que desconocemos, y dejar que las criaturas resultantes de esa extensión, sufran y padezcan la realidad de su imperfección en un sin fin circulo de expiaciones. Pero una vez ejecutada la extensión, lo Eterno no quiere dejar la vida al albur del Hombre ni quiere ocuparse de la existencia humana, es preciso que alguien opere en nombre de lo Eterno, de ahí que una LEY MECANICA conduzca e influya en la materia y en la forma, obviando la voluntad de lo Eterno, siguiendo las normas de la Materia Elemental, capaz de agragar elementos y producir cuanto existe. De este modo es como los mundos se forman, se desarrollan, decaen y desaparecen en un proceso inmerso en la eternidad. No hay fin para los hombres, descubre el Hombre; pero si una "vía" en la cual es posible que alguno, entre los hombres, halle la tangente y escape del círculo. El dolor, su causa y supresión, y el camino hacia la omisión del dolor son la única verdad que el Hombre tiene para dejar de ser un hombre, porque el DOLOR, todo así en la naturaleza lo demuestra, es lo propio e inseparable de la existencia.
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