viernes, 25 de junio de 2010

00190-13. SOY EL DESCANSO DE MI MISMO

Esta regulación, entiende el Hombre, adquiere otras consideraciones, una de las cuales parte del principio que manifiesta como la Materia está formada, basta con observar la Naturaleza, y que su extensión es ilimitada, todo cuanto se ve es materia, de manera que es la Forma lo que permite distinguir las cosas. Como consecuencia de este conocimiento basado en la Naturaleza, podía el Hombre decir que todo es Número, y por analogía admitir que de igual modo que toda Forma representada por una combinación numérica responde a una interpretación figurada, toda Materia es también una figura susceptible de interpretación numérica, así como responde al número toda estructura definida por una idea. Esto lleva al Hombre a establecer una IDEA DE ARMONIA en todo cuanto es materia, forma o idea, cuya representación es un número, considerando, de este modo, como es el Alma una armonia del cuerpo, ya que los procesos de migración del Alma de un cuerpo a otro guarda una relación en proporción a la calidad del cuerpo en función del nivel de aproximación en que se halle el ser humano con respecto al Eterno; dicho de otra manera, las formas que ordena el Eterno no surgen sin más sino que forman un sistema: el Cosmos. Éste venero sigue siendo, no obstante, la esencia misma del pensamiento del Hombre, y alcanzarlo el ideal de la Idea que le mueve lejos de la realidad. Nuevos procedimientos nacen para recorrer el camino que ya está iniciado y que, parece, no tiene vuelta atrás. Una verdadera visión determina que la mirada ha de ser contemplativa, lo que lleva necesariamente al recto conocimiento y por consiguiente a una recta conducta. Todo funciona dentro de un engranaje único, lo Eterno, donde el Alma y la Materia son sustancias idénticas que apenas difieren entre si salvo que la primera es consciente y la segunda no lo es.

La CONCIENCIA del Hombre no se ocupa, desde un punto dogmático, ni del Eterno ni del Alma, pero admite la existencia de ambos conceptos. El Eterno existe; es así. Y no necesita revelarse a los hombres para que el Hombre concluya que el Eterno existe, de aquí que una religión natural suponga el íntimo conocimiento que el Hombre necesita. Lo esencial es Saber. La Sabiduría se aprende, es un proceso de transmisión, no de invencción, que busca el cumplimiento por parte del Hombre de los deberes para con los hombres y el respeto a los espíritus.

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