martes, 15 de junio de 2010

00177-9. PRINCIPIO: Servilletas y Cubiertos

Poco a poco el emplazamiento se llenaba sin que nadie se acercase a Cómodo; miró a La Servilleta. Tenía dos opciones; de un elegante golpe de muñeca agitarla en el aire como enarbolando el pabellón y marcando el territorio en la mesa, depositándola de seguido bien en el regazo bien sobre el pecho. Esta primera opción, al decir de Cómodo, presentaba diversos inconvenientes; era el primero el manifiesto y violento ataque a la dignidad de la servilleta, ya que con la aireación de la misma se la sometia a un proceso de vejación pública al destartalarla de modo hiriente, tras lo cual si la Servilleta se depositaba sobre el regazo se ejercia sobre ella una separación, como si no fuese digna de ser parte de la mesa al modo que lo era el plato, y una ocultación de la porqueria del comensal, más si la Servilleta se enarbolaba sobre el pecho, además de ser una separación de la mesa, se la presentaba como la marrana de la comida, pues en ella se depositaban los restos de los alimentos que no procesaba adecuadamente el comensal. La segunda opción consistía en desplegar hasta lo necesario La Servilleta para, de seguido, plegarla convenientemente y depositarla a la izquierda del tenedor, de modo que la limpieza del comensal resultase de abrir La Servilleta para ocultar las manchas al plegarla; de este modo La Servilleta conservaba su dignidad al ser parte de la mesa. Ahora bien, la primera consecuencia obtenida al retirar La Servilleta de su función originaria era la aparición pública de los llamados Cubiertos, ahora al descubierto.

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