lunes, 4 de noviembre de 2013

01644-07.¿QUIÉN MANDA EN EL MUNDO?: El Manifiesto de Los Iguales

DOCUMENTO ANTERIOR: 01557
 
DOCUMENTO POSTERIOR: 01680

     
                               I: DE LA CONSTANTE REPETICIÓN DE LAS OPINIONES

       Es de ordinario opinar de aquello que sabemos, y aún lo es más opinar por opinar, sin estudiar, ignorando lo que no sabemos. OPINAR es cosa que anda pareja a la "libertad", pues quién tiene libertad, puede opinar, de manera tal que el opinar, siendo como es consecuencia de la libertad, nos sirve para demostrar que tenemos libertad.

       Opinamos de ordinario como son los POLÍTICOS de nuestro entorno, y por opinar, opinamos, sin saber que ya otros opinaron sobre los políticos que lo fueron en aquellos su entorno, ignorando que lo que opinamos ya lo opinaron ellos, y que aquella opinión que tuvieron en aquellos otros pasados tiempos, es la misma opinión que tenemos nosotros en estos nuevos tiempos.


                                                 II: SYLVAIN MARÉCHAL


      Nació y murió entre las miserias de los hombres, y luchó por ellos con el ánimo puesto en lo definitivo de la existencia humana. Fue poeta y ateo, agrarista y utópico en su anarquismo.
 
      Escribió el MANIFIESTO DE LOS IGUALES


- has vivido esclavo y, por tanto, infeliz... esperando la independencia, la felicidad y la igualdad.

-¡La Igualdad! ¡Primer deseo de la naturaleza, primera necesidad del hombre y principal... vínculo de cualquier asociación legítima.

 - en todas partes la pobre especie humana confiada a antropófagos más o menos hábiles sirvió de juguete de todas las ambiciones, de pasto de todas las tiranías.

- Siempre y en todas partes se adormeció a los hombres con bellas expresiones: nunca y en ningún lugar obtuvieron, junto a la palabra, la cosa.

- Desde tiempo inmemorial se nos repite de manera hipócrita que los hombres son iguales y desde tiempo inmemorial la más degradante y monstruosa desigualdad pesa insolentemente sobre el género humano.

- la igualdad no ha sido más que una bella y estéril ficción de la ley.

- a partir de ahora pretendemos vivir y morir iguales, como hemos nacido; queremos la igualdad real o la muerte; eso es lo que necesitamos.

- ¿Qué necesitamos además de la igualdad de derechos? Necesitamos que esa igualdad no sólo esté escrita en la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano; la queremos entre nosotros, bajo el techo de nuestras casas.

. Tendemos hacia algo más sublime y más equitativo, ¡el bien común o la comunidad de bienes! No más propiedad individual de las tierras; la tierra no es de nadie. Reclamamos, queremos, el goce comunal de los frutos de la tierra: esos frutos son de todos.

- Mucho menos de un millón de individuos, y durante demasiado tiempo, dispone de lo que corresponde a más de veinte millones de sus semejantes, de sus iguales. Que cese de una vez este gran escándalo que nuestros descendientes no querrán creer!

- Que desaparezcan de una vez las escandalosas distinciones entre ricos y pobres, grandes y pequeños, amos y lacayos, gobernantes y gobernados.

- Que no haya entre los hombres más diferencia que las de la edad y el sexo. Puesto que todos tienen las mismas necesidades y las mismas facultades, que haya para ellos una única educación, un único sustento. Si se contentan con un solo sol y con mismo aire para todos ¿por qué no habría de ser suficiente la misma porción y la misma calidad de alimentos para cada uno de ellos?

- Ha llegado el momento de las grandes medidas. El mal está en su punto más alto; cubre la faz de la tierra. El caos, con el nombre de política, reina en ella desde hace demasiados siglos. Que todo retorne al orden y vuelva a su lugar.

- Ha llegado el momento de fundar la República de los Iguales, ese gran hospicio abierto a todos los hombres. .

- El egoísta, el ambicioso, temblará de rabia. .

- Los amantes del poder absoluto, los viles secuaces de la autoridad arbitraria replegarán con pena sus orgullosas cabezas bajo el nivel de la igualdad real.

- Sin duda, con un sólo hombre en la tierra que sea más rico, más poderoso que sus semejantes, que sus iguales, el equilibrio se rompe; el crimen y la desdicha se hacen presentes.

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