sábado, 9 de noviembre de 2013

01653-26.DE LO FEMENINO: 02.Cristina Fallarás y los libros

DOCUMENTO ANTERIOR:  00625 - 01510
DOCUMENTO POSTERIOR: 01659
 

                                       I: DEL POR QUÉ SE CIERRA UNA LIBRERÍA
 
       El mismo año que CRISTINA FALLARÁS nació, Cómodo Centón tenía ya 14 años y recibió de sus padres CIEN PESETAS como regalo, añadido, del día de su santo. Cómodo tomó la senda que le marcaba la acera y llegó a la Librería Nóbel situada en Alicante; era la primera vez que El Centón entraba en una librería, y era la primera vez que se disponía a comprar un libro... ¡un libro!. Pero... ¿qué libro?.
 
      En el interior el silencio era... terrible, como dejar el mundo imaginario de la vida y entrar en el mundo real de la existencia. Cómodo miró los estantes, ¡que barbaridad, cuanto libro había!. La luz era tenue, el aire no se movía, desde un pequeño mostrador "alguien" le veía. Fue mirando, aun tiempo, los lomos y se tropezó con los precios que allí alegremente se reían..., no todos los libros podrían ser suyos, y se preguntó El Centón para qué escribían si aquellos libros superaban con creces las cien pesetas que él tenía. Bueno, al menos ya lo sabía, en esto de los libros también ricos y pobres había.
 
     Era evidente, con sus cien pesetas pertenecía Cómodo al ramillete de pobres que en el mundo de los escritores había. Y entonces se dio cuenta como distinguir a los libros nobles de los libros parias que, separados de los primeros, en unos estantes menos principescos se veían. Más, había otro detalle, se distinguían los parias de los nobles por el lomo que los cubría; no todos los lomos eran iguales, no todas las tapas eran iguales, y casi pudo concluir Cómodo que no era el mismo papel de los unos y de los otros.
 
     Estos parecían asequibles; cuarenta pesetas el ejemplar. Aquí si que la cuenta le salía; y fue leyendo los títulos y sus autores, que a ninguno conocía, hasta que alcanzó un tema que en una película salía. "Bruguera, Libro Amigo" era la editorial. Y junto al primero otro veía que salía, también, en la misma película. Cuarenta y cuarenta, ochenta, menos cien, veinte pesetas le sobraban encima. ¡Esto era una compra, y no la tontería aquella de los libros que superaban las cien pesetas!
 
    Con ambos libros en la mano, ojeo otros que cualquiera sabía de qué iban. Pero siguió mirando, y mirando todo lo que quieto a sus ojos se ofrecía..., cuatrocientas cuarenta y siete páginas uno de los dos libros numeraba, cuatrocientas cuarenta y cuatro páginas el otro ofrecía. ¿Cuánto tiempo tardaría en leer aquellas casi mil páginas que guardaba en sus manos y que ya eran suyas?
 
     Se acercó al mostrador. Al hombre le entregó los libros, a la mujer las cien pesetas. Ambos se miraron..., "¿son para ti?" preguntaron. Cómodo dudó un momento; si contestaba que sí, igual no se lo vendían, pues tenía catorce años y a lo mejor..., pero dijo "son para mí". Los dos movieron la cabeza como pensando "si este niño se enteraría..." pensó El Centón mientras más nervioso se sentía. Abrió la mujer el cajón, dejó en su interior las cien pesetas y extrajo veinte... ¡uf, se lo vendían!.
 
    Con los dos libros regresó a su casa... sus PADRES, después de leer los títulos de los libros, movieron la cabeza..., ¡igual no se los devolvían!. Su padre, en especial, se rascó el cogote mientras su madre le firmaba los dos libros... "tu mama que te quiere mucho".
 
     Ya en su habitación decidió Cómodo que empezaría por leer LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL de H.G. Dahms, y que a su termino leería LA GESTAPO de Jacques Delaure. Y aquellos fueron los dos primeros libros de los varios miles que guarda El Centón en su casa hoy en día.
 
 
                                             II: DE LAS NUEVAS TÉCNOLOGÍAS
 
 
      En el año 1984 se compró El Centón su primer ORDENADOR... 120.000 pesetas más 40.000 pesetas de una impresora que no portaba, entre sus teclas, la letra Ñ, o sea, unos 970 euros de éstos días pero del año 1984, siendo el sueldo de Cómodo de 36.000 pesetas al mes o 216 euros.
 
     Dice CRISTILLA PALLARÁS que... "navegamos por facebook, nos narramos en facebook, ah maldito ombligo, opinamos en twitter, cotilleamos, nos hacemos mirar, lanzamos proclamas y mensajes de amor", y añade... "me pesa la sensación de que hemos sustituido/estamos sustituyendo el acto de alimentarnos por la pequeña siembra de nuestras cagarrutas. Y será que me hago vieja, pero voy a retirarme de todo ese jaleo de las redes para volver a otro silencio, otro ritmo y volver a leer como lo hacía entonces. A ver si todavía estoy a tiempo de ser libre. O de ser culta", porque la Librería Roquer en Barcelona ha cerrado, que le ha dicho... "algo así como que si la gente leyera, ellas no cerrarían. Sí, sí, sí, ahí está la clave"!
 
     AMIGA CRISTINA... tiene El Centón un teléfono móvil que solo usa para pedir auxilio en caso de que se pierda en las selvas del Congo Belga; no tiene feisbut, ni tiene tuiter, ni opina ni cotillea, ni se mira, ni lanza proclamas ni mensajes de amor, y cuando escribe a su hermana, que en Arizona vive, toma papel y pluma, y redacta, y toma un sobre con la cuartilla en su interior, y se acerca a correos... y se llena de cierta nostalgia cuando ve que a su sobre ya no le ponen aquel sello que antes El Centón con su saliva pegaba.

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