viernes, 16 de abril de 2010

00096-05.PRINCIPIO DE LA HISTORIA: 02.Cómodo Centón en El Molino: de la Abeja

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El Facistol miró al Atril, éste miró al Facistol como si en las miradas hubiese una conversación.

- Señor... -levantó el Centón la cabeza- una abeja llama al portón del Molino

- Que no pase

- Dejó esto... -sobre la mesa quedó el papel, retirándose el Perro Ciego a su puesto en la entrada-

"Al Héroe de Herpetol: soy una Abeja, nací estéril, y sin niñez ni juventud ha hecho de mi la naturaleza una adulta; comencé limpiando celdas, alimentando larvas con miel y polen, continué realizando vuelos para conocer la orientación de la colmena, reparé las celdas, despaché desperdicios y fabriqué cera, para luego vigilar la entrada de la colonia y finalmente recolectar, estando, al escribir esto, pendiente de la muerte. Paso estos últimos días de la corta vida que la naturaleza me ha ofrecido, sin trabajo que hacer, camino sin rumbo fijo envidiando las tareas que mis hermanas libran o me quedo inmóvil mirando el trasiego sin fin que bulle a mi alrededor, sintiéndome ignorada, como abandonada, y a veces, de la inercia llevada, como queriendo mostrar que no soy el parásito por el que ya se me tiene, cepillo la superficie del panal sin que a nadie venga a interesar lo que haga. Esta mi vida, corta y trabajada, que describo al poder de ese Molino, quiere delatar un maltrato que es el origen de un robo; unas manos grandes, terminaciones de un monstruo, funde nuestro norte en un humo viscoso, que nos deja disminuidas en nuestras defensas, nuestro cerebro roto, desencajadas las mandíbulas e inertes nuestros reflejos. Cuando así estamos, las manos del monstruo raspan nuestras celdas, sustrayendo el alimento de nuestras bocas, de las bocas de nuestras hijas, de la boca de la reina que nos gobierna y de los machos que portan el estandarte de nuestra bandera. Es hora, señor, de acabar con esto; si quieren la miel, si quieren la jalea, que la fabriquen ellos con su fuerza"

Miró el Héroe de Herpetol, si algo de él quedaba, lo que de él quedaba, como consintiendo que era el poder del Molino solo una visión deformada de la realidad, sobre la cual solo se podía acabar en la paz interior de un cinisterio. ¿Qué podía hacer?; ir a favor de la Abeja significaba enfrentarse con el Hombre, pero no cabía duda alguna que era el hombre un ladrón, como la Mariposa de la Muerte; "alimentarse es un robo" escribió Cómodo Centón, y añadió "¿acaso no robáis néctar, polen, resinas y agua?"

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