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El Hombre transforma su condición pasiva frente a los relatos divinos en una actitud activa frente a la crítica divina; ve como ocurren los cambios constantes en la Naturaleza, y deriva su creencia de los relatos de los dioses a la existencia de una materia primaria como origen de todos los cambios. Lo importante aquí no reside en el cambio del modo de pensar sino en la permanencia del modo de pensar, pues parece que el nuevo modo de pensar sea, en sí, el cambio de la forma del pensar, cuando en realidad lo que sucede es una traslación del modo de pensar. Ciertamente, tiene que haber algo de lo que todo proceda, algo a lo que todo vuelve, es decir, algo como el Eterno. De nuevo el Eterno; si de la observación de la Naturaleza se extrajo los relatos de los dioses, ¿no será cierto que de la observación de la Naturaleza se extrae el relato de lo Eterno?.
SABER es continuar sabiendo lo que ya se sabe modificando lo que se sabe llamándole Saber. Lo que tiene lugar, en realidad, es una mera apreciación de la posición que el Hombre ocupa. Con los relatos de los dioses, entiéndase Religión, el Hombre mira desde lo profundo de un pozo el pasar de la luz en el cielo. Con los relatos sobre lo Eterno el Hombre mira desde lo profundo de un aljibe el pasar de la luz en el cielo. Con parecer lo mismo, es distinto. Sin embargo, no distingue el Hombre si se halla en un pozo o en un aljibe, de ahí que pareciendo distinto pasar de los relatos de los dioses al relato de lo Eterno sea como un proceso crítico evolutivo. Esto es, pasar de las Ideas de los Dioses a la Idea del Eterno implica que el Hombre ha modificado su posición en relación al cielo, cuando lo real es que ve desde lo profundo del mismo agujero. De este modo la MIRADA es el conocimiento, y es así como los procesos de la Naturaleza se entienden estudiando la propia naturaleza, de modo que tal entendimiento refleja un cambio aparente del Saber. Semejante proceso lo conocemos como MODO CIENTIFICO DEL PENSAR
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