jueves, 15 de abril de 2010

00093-12.ALICANTE: 01.Año 1990: 01.De la ciudad

Documento anterior 00091
Documento posterior 00151

Se que los hombres son animales sin posibilidades, y se, ¿cómo no saberlo?, que las posibilidades son esencias vanas y vacías de posibilidades. Se, pues, que las ciudades, que son hombres, son animales sin posibilidades, y que de entre las posibilidades que quedan como consecuencias de las posibilidades, que son esencias vanas y vacías, eligen los hombres para las ciudades donde viven.

Se, en consecuencia, que el movimiento existe, que nada es perenne, que todo cuanto nace ha de perecer, y que la pretensión de inmortalidad es un concepto de la pereza.

Y se que esta ciudad de Alicante se me escapa y se me pierde entre los recuerdos de mi infancia, el esfuerzo de mi mente por retenerlos y la indiferencia de mis hijos por comprender lo que está muerto. Seque cuando paseo por Alicante lo hago al modo como lo hace un muerto, y se, al salir de mi casa en la Ancha del Molino, que soy un muerto, porque voy viendo lo que está muerto, ese comercio, aquella panificadora de otros tiempos, la calle de La Igualdad, la del Foso, la del Diluvio, la plaza del Barranquet, el molino harinero, aquella pequeña montañeta de miserias llena, don Eleuterio, solitario, a la fortaleza de Santa Bárbara mirando, los coches de izquierda a derecha, y me siento sólo ante tanto ajeno.Se que no soy parte del tiempo, y, sin embargo, veo el lienzo de los muros cercando a la ciudad, al tranvía de mulas y al eléctrico, y a los basureros subir a las casa y pisar la basura en aquellos camiones de otros tiempos modernos.

Se que no debe confesar estos extremos, que me tomaréis por un cobarde, por un necio, por un viejo, que sonreireis antre tales cuentos, como son las viejas procesiones persiguiendo el olor de Boné y de sus muertos, de los hombres derrotados embarcando en el Stanbrook, del dinero construyendo esa infamia Melia llamada y otras piezas del mismo deplorable infierno, del centinela que cantaba a los cuartos y el Sereno que de las horas hacía su canto eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario