lunes, 26 de abril de 2010

00108-3. EL PRINCIPIO Y LA PANTALLA

- ¿No lo recuerdas? Recordar es morir... -dijo la Pantalla-
Cómodo no lo recordaba, de ahí que la muerte no existiese sino en el entendimiento del recordar; por esto fácilmente repetía lo que era evidente había dicho apenas un momento antes. Garabateaba sobre un papel con un lápiz; cuando nada en él era posible se escondía tras la expresión de unos dibujos donde la línea curva resplandecía. La PANTALLA siguió diciéndole "soy un juego, para ti soy un juego. Sin embargo, mírate; ¡estás atado! Y lo estás para siempre. Tu destino, desde ahora, soy yo". Se recostó Cómodo sobre su butaca, observando la inquieta quietud de la Pantalla, quién siguió "prendes sobre mi tus capacidades, siempre pendiente de que no resbale yo al vacio que te aleja de ti mismo, de modo que te enyugas al Teclado y elevas mil plagarias al Disco Duro. Cuando el Hombre abandona su voluntad es un trozo de carne que gallofea, y su alma un aplicarse a trabajo ni ejercicio alguno. Conmigo, Cómodo, has perdido el sentido que proporciona un camino, porque la senda sobre la que caminas soy yo y son mis hilos, un sistema y un soporte incomprensible, un garabato, ¿qué te queda?, el ir por la trocha ya no es una opción, no llegarás campo traviesa antes que yo, porque yo estoy en el destino del Hombre y tú, como hombre, aún buscas el destino que no existe; no encontrarás en el destino la estabilidad que añoras, pues en la muerte del sol se encuentra la libertad que nunca llegará. Sigues siendo un boquirroto, un alma dada al hablar, ese picapinos, con vocación de carpintero, que busca en el árbol un cuévano de singular apertura y movilidad, en medio de un medio determinado por la Naturaleza, la libertad. Ni tan siquiera hay estelas en el mar". Cómodo observaba al Perro Ciego en su atenta lectura mientras recogía en su pensamiento cuanta tierra inculta podía, para ponerla en escajo y saber de sus frutos contestar a la Pantalla; era aquel tiempo ganado a la respuesta que no encontraba, y miraba de reojo el crecer en la tierra yerma un pensamiento en forma de cultivo.
El Perro Ciego, montesino; guardaba el portón del Molino.
Tiempo de espera; morenillo para las cortaduras.
Haces de luz; oscuridad en las troneras.
Aquel encargo; virote para el esclavo.
- Tu primera misión en el Molino es regular la Ley del Suicidio.
Así, parecía, que lo hubiera logrado; hacer su trabajo. Aquel encargo quedaba concluso en las entrañas de su enemigo: la Pantalla, el Teclado y el Disco Duro. Así..., considerando que el Hombre es uno y es único, considerando que la existencia es lo privativo y la vida lo impuesto, considerando que todos los hombres son enemigos del Hombre, que ejercen sobre éste todo el poder del Molino, considerando aliquebrados todo pensar venido y los pensamientos resultantes molidos en un proceso de crisopeya, y considerando al Olivastro de Rodas la esencia de las esencias, venimos a decir que el Hombre tiene derecho al Suicidio.

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