viernes, 24 de octubre de 2014

02027-49.CINE: La isla Mínima

DOCUMENTO ANTERIOR:  01823 (08.04.2014)

DOCUMENTO POSTERIOR:
02160 (28.01.2015)


      LA ISLA MÍNIMA es una película de Alberto Rodriguez, del año 2014, 105 minutos de duración, música de Julio de la Rosa, fotografía de Alex Catalan, fractales de Héctor Garrido, montaje de José Moyano, escrita por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, interpretada por Javier Gutierrez y Raél Arévalo. Cuenta la historia, ambientada en 1980, de la investigación policial sobre la desaparición de dos jóvenes chicas, apareciendo, además, otros cadáveres.

      Sabemos que en Las Marismas del Guadalquivir hay tres islas, La Mayor, La Menor y La Mínima, y que ésta última la ocupa un cortijo. Naturalmente y como es habitual en humedales, distinguir la tierra del agua ya es en sí mismo complejo, como complejo resulta el final de la cinta. Parece que el Guarda del Cortijo, un tal "Sebastían", creo recordar es su nombre, o tal vez "Salvador", que no dice ni una palabra pero carga escopeta y es fotografiado junto a un caballo, el mismo que los dos policías descubren en el interior de la casa del cortijo de la Isla Mínima, es el asesino, al que se une Quini, un guaperas que liga a las chicas, y el señorito de las marismas que tiene por diversión el gusto por las jovencitas. El Guarda cae muerto, el guaperas cae preso y el señorito queda libre. De los tres citados personajes, el Guarda y el Señorito permanecen "casi ocultos" durante toda la película, lo que dificulta su identificación, mientras el Guaperas, que logra evadir su culpabilidad durante todo el metraje, se apunta como una parte de la parte asesina en la escena de su detención, todo lo cual deja un final confuso y precipitado que, sin duda, desconcierta al espectador, como sí ya era hora de terminar la película.

       La HISTORIA principal consta de la investigación policial, a la que se añaden unas "subtramas" como la del policía con problemas familiares, otro policía que transita de trabajar en la brigada político-social al crimen ordinario, la relación de poder oculto entre el juez y el señorito, el trafico de heroína como argumentaria necesidad de supervivencia, y el malsano ambiente social y laboral de la zona. El GUIÓN es magnifico, y con el noventa por ciento de la cinta pasada impide que el espectador pueda prever el final; destacar aquí la sucesión de "tomas" de las fotografías del lugar de los crímenes, donde se ve a las chicas pero resulta imposible detectar al fotógrafo reflejado en un espejo. Los DIÁLOGOS son cortos, inexplicativos, fugaces, y si bien, en ocasiones, pretenden algo de íntimismo, terminan siendo dirigidos por la trama visual, destacando la escena donde un hombre del pueblo apunta a los dos policías. El MONTAJE dominante, con una serie de "tomas" con ritmo propio de sonido y visión, hace casi imposible una clara comprensión de los acontecimientos, arrastrando al espectador en una nebulosa de incertidumbres que conducen a ningún sitio. Ayuda la MÚSICA y se explaya la FOTOGRAFÍA tanto durante el día como durante la noche en planos admirables, limpios y hermosos; la película hace uso de fractales en el comienzo de la cinta, con uno en su final, donde las formas naturales a diferentes escalas logran configurar a Las Marismas como un cerebro humano, lo que anuncia, sin que el espectador lo considere, la extrema dificultad de comprensión racional del ARGUMENTO, donde arrozales (escenas de los trabajadores), cangrejos (escena de los policías con dos mujeres que trabajan en esta actividad, así como el niño que juega con el mencionado animal), y mucha agua, conforman el paisaje de barro y polvo.

      La película contiene innumerables escenas y secuencias memorables, destacando la persecución nocturna de uno de los dos policías tras el coche del, parece ser, asesino, un coche amarillo con una pegatina de una discoteca en su cristal posterior, que induce al espectador a señalar al "padre" de las niñas asesinadas, pero que conduce, en otra escena, "la madre", y donde aparece una tercera joven secuestrada. Vemos también un impecable travelin lateral de acompañamiento, a cierta distancia, de los coches en pleno día, pero, en general, los planos de las escenas con lluvia se llevan la palma de la DIRECCIÓN que es, sin duda alguna, magistral, exceptuando la insulsa, y hasta innecesaria, escena de las niñas en la escuela mientras son interrogadas, a lo que debe añadirse la exquisita "dirección de actores". Hay que destacar, en cuanto a ACTORES, a un magnifico Javier Gutierrez (el "satur" de Águila Roja), así como la aparente fragilidad de Jesús Castro (Quini) dentro de una evidente monotonía. La puesta en escena ARTÍSTICA es meritoria, ya que recrea muy bien todos los elementos instrumentales y decorativos de la España de 1980, a lo que debemos de añadir VESTUARIO.

      La PLANIMETRÍA nos presenta "cuadros" excepcionales con grandes planos generales aéreos, planos generales y panorámicas, planos medios y primeros planos, con muchos planos de detalle y expositivos de las estancias y lugares, predominando la angulación horizontal dentro de unos RITMOS cambiantes al ralentí y acelerados, largos y breves, en ocasiones agitados, donde la decadencia de los personajes (policías) se inserta con momentos violentos (los policías golpeando), desagradables (exposición de los cadáveres) e indiferentes (un policía comiendo mientras se relata una desgracia). El SONIDO es bueno, los RUIDOS son básicamente naturales, y la ILUMINACIÓN, sosteniendose en un "color" predominantemente sepia sin olvidar al blanco, presenta una "luces" principales que separan claramente lo claro de lo oscuro y ayudadas por luces que complementan los fondos y suavizan los laterales.

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