sábado, 1 de abril de 2017

03520-05.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 04.Conceptos

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       El HOMBRE se ha perdido, ya no es el Hombre de la Anarquía, el Hombre con Pensamiento, sino un mero pensar que inventa pensamientos con el objetivo de ser mero Pensamiento. Esta trágica realidad, que lo es natural e histórica, sobre la Espiral, donde Movimiento Aleatorio y Azar disputan, hacen de la Libertad un icono interno frente a Dios como imagen externa. DESIGUALDAD como cohesión social ó lo igual. El MOVIMIENTO ALEATORIO es la expresión del recuerdo de Voluntad del Hombre; si en el Circulo campan la Voluntad y el Pensamiento, se tornan en Recuerdo de Voluntad y Pensar en el Núcleo Central. Estamos haciendo referencia a los restos de una situación que es transito entre el Núcleo y el Núcleo Central, paso del Circulo a la Espiral, de modo que el Movimiento Aleatorio deviene en Azar, para ser, posteriormente materializados el primero como Naturaleza y el segundo como Historia. De lo dicho cabe entender que el AZAR, naturaleza, yace en el Pensar, ya que no es determinante hasta que se convierte en Pensamiento, que es, al cabo, de donde procede. 

        La libertad se nos presenta en un primer momento como una superación del Azar, dándonos conciencia de que existimos como uno frente a todo. Es libre quién comprende que es libre. Ahora bien, la Libertad nace, sobre la Espiral, de una convicción que nos ayuda a inventar nuevos pensamientos, de modo que poseer libertad, y en especial la convicción de ser libres, es un pensamiento inventado que nos induce a temer la pérdida de la libertad. Nos encontramos en esto ante un cambio; hemos pasado, dentro de la Espiral, de la existencia del Hombre como movimiento aleatorio sometido al azar, a un Hombre que inventa pensamientos y tiene convicciones. En la primera situación el Hombre no existe; se limita a navegar en la nada del Núcleo Central, obsérvese que ya no es Núcleo, describiendo meras órbitas de eternidad. En la segunda situación cree el Hombre que existe; adquiere una conciencia de si mismo cuando ese si mismo lo pierde en busca de la verdad. Sabe el Hombre que no sabe estar en el Núcleo y, aún más, sabe que no quiere estar, de modo que la Verdad se convierte en un referente tan alcanzable como imposible de alcanzar. Para que tal contradicción se interrumpa, resuelve el Hombre que la Verdad es su convicción personal, de modo que, por lo mismo, antepone su Convicción Personal a la verdad. Ahora bien, esta resolución implica necesariamente el reconocimiento de que la Convicción Personal, por su propia esencia, no es universal, de modo que ha de sustentarse, sin duda alguna, en la verdad. De esto tenemos que deducir que LA VERDAD, que nace en el Hombre pero que es exterior al Hombre, es aquella parte de la convicción personal que nos viene dada por la Imagen Divina. En tanto que la CONVICCIÓN PERSONAL actúa como el referente más intimo del Núcleo Central. Nos encontramos, pues, entre el yo mismo y el yo exterior. Y en esto radica el problema del Hombre; su actitud y su aptitud frente al yo del núcleo y frente al yo fuera del núcleo, quedando entre ambas latitudes enlodada la voluntad, la misma que se perdió al abandonar el Núcleo, la que vaga eternamente en el inexistente concepto de eternidad y sometida a la Verdad. La vida del Hombre es, a la vista  de lo anterior, una relación entre la Convicción Personal y la Verdad, de modo tal que siendo la Convicción Personal un hecho de dentro hacía fuera, es la Verdad un hecho que del exterior del hombre lo alcanza y anula, reduciendo la Convicción Personal a mero residuo del pensamiento. Esto anula al Hombre y exalta su entorno, naciendo en este punto las eternas quejas que sobre si mismo el Hombre realiza desde su nacimiento a su muerte. Estas quejas son, en si mismas, parte del Pensar, mostrando la parte más patética del Hombre que carece de Voluntad. Ahora bien, la Voluntad ha sido, llegado a este punto, ocupada por el Pensar, y ésta capacidad de Pensar la que produce los PENSAMIENTOS INVENTADOS, que son las verdades que condicionan la Convicción Personal; hemos dicho que la Verdad es exterior al Hombre, pero su producción es interior al Hombre, de modo que el Pensar produce la Verdad, la cual, a su vez, retorna socialmente al Hombre condicionando su Convicción Personal. De modo que, de lo dicho, todo Pensamiento Inventado es, siempre, una mentira. Debe entenderse que una Mentira es una No Verdad, es decir, aquella parte de la Convicción Personal que no radia de la Imagen Divina. Los Pensamientos Inventados rigen, a la vista de lo dicho, la vida del Hombre, y serán fijados por los Actos de Fe que práctica el Hombre sobre la Espiral. Tal descripción se vuelve operativa cuando hablamos del sujeto social. Es decir,  cuando el Hombre se reconoce fuera de si y en un ámbito, pierde su sentido de unidad, es decir, de totalidad. Adquiere en este punto, reconocerse fuera de si, una pérdida de su Núcleo Central, de modo que se integra en un arco de verdades fundamentadas en valoraciones sociales, cuyo objetivo es terminar de sustraer al Hombre de su Núcleo Central y someterlo al vaivén de los Núcleos Periféricos. Estos conceptos extraídos de la Convicción Personal y que se transforman en verdades, determinan la existencia de cambios de pensamiento, tanto en las diferentes épocas históricas como en las diferentes sociedades y personas; de este modo podemos ver como es posible que un determinado hecho humano se califique de modo distinto, según el legislador, la sociedad y, sobre todo, la oportunidad. Es cierto que una norma jurídica sea de aplicación en un sentido o en otro, conforme al pensamiento inventado en primer lugar por el emisor de la norma, y en segundo lugar por el ejecutor de la misma. Ambos, emisor y ejecutor, emiten y ejecutan las leyes para su protección y destino histórico.    

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