jueves, 13 de abril de 2017

03545-07.NOTAS PARA UN IMPOSIBLE MANIFIESTO ANARQUISTA: 06.Conceptos

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     La Realidad es la fuerza gravitatoria que oprime al Hombre, el desequilibrio entre el nacer y el morir, la desmesura de la compresión que lo sujeta al Pensar. Aquí ya no caben más realidades que la realidad, de modo que adopta el Hombre dos posiciones defensivas, a cual de ellas más extravagante. Porque ante la Realidad es preferible escapar de ella, como se escapa del Núcleo y se reniega del Círculo. En la Realidad el Hombre se eleva y se desploma entre el optimismo y el pesimismo, y lo peor: descansa para trabajar. En la Realidad el Hombre no es consciente de su intrascendencia, y piensa en su trascendencia como la categoría más significativa de su Convicción Personal. No sabe, no quiere saber, que la Realidad es lo que hay más allá de su Núcleo, y se esfuerza por aprehenderla, por captarla, por poseerla, cuando la Realidad es el veneno que hace vivir al Hombre. La Realidad despierta pasiones en el Hombre, y el Pensar deformaciones de la Realidad.    

     Una de ellas, llamada IDEOLOGÍA, segundo Núcleo Periférico, recoge los acontecimientos sufridos, y al haber existido y ya no ser, busca prolongarse permaneciendo como parte del presente. La Ideología es el Pensamiento, de modo que el Pensar no existe en el ideólogo, ya que conforma la realidad pasada. Lo que acontece es una acometida del Pensamiento contra el Pensar, de modo que lo reglado quiere permanecer como dominio, y es esta implicación de lo presente como pasado lo que promueve el siempre carácter defensivo de la Ideología, la cual queda conformada por diferentes elementos de la realidad que se expanden como saliéndose de si misma en tiempo y espacio, y esto es así porque en rigor el presente no existe. La Ideología termina por prender la vida del Hombre, sujetándolo, de seguido, a un dominio perecedero pero que acontece como una realidad del presente. Pensar en este punto es una irrealidad del Pensamiento, obcecado como esta en prolongarse, de modo que el Hombre que pierde el Pensamiento y se dedica al Pensar, acaba con el Pensar cuando adquiere Pensamiento. Esta evidencia, el ideólogo que tiene pensamiento no piensa, pero que piensa que piensa al hacer evolucionar el pensamiento, se impone como el natural desarrollo de una evolución sin fin y hacía si mismo. Este perpetuarse recala en el Hombre, y se hace continuo, de modo que aúna indeterminación e interrupción, periclitando. Será en este declinar del pensamiento convertido en Ideología donde los resortes del Pensar hayan las bases para fijar nuevas tesis. 
  
Si la Topía se deforma en pasado como Ideología, sucede otro tanto con la realidad cuando el Pensar es la esencia que mueve al Hombre, lo que sucede en forma de UTOPIA. Pensar, hemos dicho, se piensa para producir un pensamiento. Esta permuta, morir el pensar para nacer el pensamiento, implica un paso de futuro, ir más allá del presente, trastocar el pasado, de modo que lo que define el contenido de una utopía es la Convicción Personal, ya que representa la parte más intima del Hombre, aquella que infiere el verdadero pensamiento humano, es decir, el que existe, la realidad con lo que se vive pero de la que no disfruta. La Convicción Personal se delata libremente allá donde el Pensamiento no existe, ya que no hay una formación cierta de la realidad, donde se permite el Yo mismo evadirse de si mismo, adquiriendo una forma de vida que relaciona la realidad con la verdad; sin embargo, entiéndase que la Verdad es un elemento exterior al Hombre. Así pues, la Utopía es el Núcleo Periférico que permite respirar al Hombre, allí donde las ideas se explayan sin fundamento, donde las ideas siempre vencen, se piensan y se difunden, más no se argumentan; en esto reside la fuerza de la Utopía, en su falta de compromiso. Ahora bien, tal situación deviene es un estigma; la imposibilidad utópica. Deformar la realidad en futuro refiere como el Pensar es propio del utópico; no hay nada que demostrar, todo es posible. La Utopía, llegado a esta consideración, es la adormidera por excelencia, cuyo destino es transformase en droga, dar vida a la Topía y morir como Ideología.

Ahora bien, la realidad y sus deformaciones no son únicas. Se expresan de múltiples formas y modos, con contenidos unitarios y dispares a un mismo tiempo, en espacios variables y con resultados diversos. Porque el Hombre vive en la Espiral y porque el Hombre ya tiene definitivamente olvidado su Núcleo y la dimensión donde se define como Hombre: el Círculo. Vivir en la Espiral significa nacer y morir, pasar.  

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