viernes, 14 de abril de 2017

03547-12.LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS: 04.Lo Eterno como una esencia formada de personas

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       Solo que, en ocasiones, la relación espacio-tiempo se modifica por su contrario. Aparecen nuevos conceptos como son “cielo”, “infierno”, juicio personal” y “juicio final”. Asistimos en la Evolución de las Ideas a un verdadero Punto de Inflexión en el concepto de Lo Eterno. La PERSONA, desde ahora, espera a Lo Eterno, el Alma cruzara un puente y se someterá al Juicio. Cuando llegue el final de los tiempos se producirá la “resurrección de los muertos”, y tendrá lugar la salvación universal. Mientras tanto se ha de acudir a la Torre del Silencio donde la “persona muerta” es depositada sobre la losa gris, allí donde los buitres devoran su carne y lo dejan al amparo de los huesos. Cuando el sol calcine el esqueleto, serán los restos semipulverizados y arrojados, después, al pozo de la torre, para viajar hasta el mar. La Persona muerta no puede ser enterrada pues contamina la tierra, no puede ser arrojada al agua, pues a ésta contamina, y no puede ser quemada, pues contamina el aire y, aún, al mismo fuego. Es la veneración hacía el “fuego eterno” como un aspecto de Lo Eterno lo que prevalece en la Idea de la Persona. Ahora bien LO ETERNO queda desdoblado en un “Lo Eterno Principal” que es día, luz, vida y bien, y en un “Lo Eterno No Principal” que es noche, tinieblas, muerte y mal. Ambas “personas” coexisten en el Hombre, de modo que la balanza traza su camino entre seis categorías divinas que responden al “buen pensamiento” a la “mejor rectitud”, al “imperio deseable”, a la “integridad”, al “beneficio pensante perfecto” y a la “no muerte”. De esta manera surge LA PERSONA LIBRE, que rechaza toda predestinación en la medida que siendo responsable de sus actos, puede y debe cambiar su situación, con buenos pensamientos, buenas palabras y buenos actos. Es una “idea” donde no cabe el proselitismo, ya que “si quieres ven a la idea”, y no cabe la conversión, ya que si bien “quieres ir a la idea”, la “idea” no te ha elegido, por lo que estás fuera del proceso. Así, para los iniciados la vida es una batalla entre el “bien” y el “mal”. Lo que está aconteciendo es una deriva promocionada por Lo Eterno, quién manteniendo su absoluta permanencia, decae, a través del Brujo, en la DIVISIÓN DE LA DESIGUALDAD DE LAS PERSONAS. Así, los hay “buenos” y los hay “malos”, y entre ambos los “prudentes”. Por otra parte vemos como semejante clasificación se basa en el DESDOBLAMIENTO de Lo Eterno, quién, a su vez, permanece eterno. Ambas partes gestan una dualidad de Lo Eterno en cuanto a una parte humana y otra divina. El siguiente paso en la Idea de la Persona es comprender que Lo Eterno, en sentido estricto, no es ni bueno ni malo pero deviene en una doble realidad de bondad y maldad, lo que se comprende cuando la Idea de la Persona evoluciona al separar de la unicidad dos conceptos que responden a LO ETERNO BUENO y a LO ETERNO MALO. La vida humana se sitúa específicamente aquí, y es lo que la diferencia del resto de la creación; la persona puede elegir entre el Bien y el Mal, y termina siendo, “en sí”, el resultado de la elección. Lo que subyace aquí, de modo tan temprano, es la Idea de LO ETERNO COMO UNA ESENCIA FORMADA DE PERSONAS. Así, mientras La Persona es “una esencia” manifestada en “una persona” que responde a “una decisión”, Lo Eterno es “una esencia” que se puede manifestar a través de “varias personas”, correspondiendo “una decisión” a cada una de esas “personas”, de tal manera que siendo el Hombre “uno” es inferior a Lo Eterno, que es “varios”, y cada uno de esos “varios” puede representar una posición, de tal manera que puede existir contradicción entre personas y posiciones sin vulnerar el Principio Único de Lo Eterno. Comprendido de otro modo, la Persona se equivoca por la unicidad de su persona, mientras que Lo Eterno acierta siempre ya que puede errar una de sus personas al tiempo que puede acertar cualesquiera otra de sus personas.       

Esa idea que de que La Persona es inferior a Lo Eterno viene a materializarse en la construcción del templo, pero la concepción del templo es variada y responde a la posición específica de cada Idea del Hombre. El TEMPLO no contiene una iglesia, ya que el Templo lo es en cuanto a una minoría social; el Ocioso domina el Templo, lo gobierna el Brujo. 

      Más, procede el cambio. Hemos visto como el Hombre existe porque manda y, lo esencialmente vital, existe porque obedece. La OBEDIENCIA consiste en resignarse a obedecer, su negación es el MANDO. “Algo da” y “otro algo excita”, de modo que la excitación en la obediencia deviene en lo que, por la misma, se toma. Un “lugar” es superior a “otro lugar”, de modo que permanecer vivo más allá de la Muerte inquiere que unos lo alcanzan y otros saben que no lo alcanzaran. Estos valores esenciales, mando y obediencia, hasta ahora prendidos de unas conceptualizaciones personales, quedan impregnados por unos elementos sociales, de modo que lo intrínseco es ahora extrínseco, convirtiendo el Templo sin iglesia en una Iglesia fuera del Templo. Así, la “minoría social” que accedía al Templo y expresaba los “castigos” fuera de tal recinto, precisa de una reconducción de lo “extenso de Lo Eterno” a un “Lo Eterno” indivisible, de tal manera que el Templo sea, ahora, un “pueblo”, un origen único, una lengua sagrada, una cuestión física, un jefe capaz de unificar espíritu y vida terrena, una doctrina, sacrificios, rituales, plegarias, y, básico, una buena tierra propia con un resto de malas tierras extrañas, de modo que la IGLESIA lo es en la medida que dispone de una tierra, entiéndase templo, que la acoge, ya que está compuesta por “hombres espirituales” capaces de serlo porque lo son de herencia, esto es, la Persona es iglesia en la medida que esa capacidad la hereda de sus antepasados y la traspasa a sus descendientes, he aquí el NACIONALISMO RELIGIOSO EN TODA SU EXPRESIÓN, de modo que al final de sus antepasados y descendientes se encuentra el amo, la justicia nuestra, el fuerte, el rey de todos, nuestro rey, el rey de reyes, el creador, el omnipresente, el pastor, la verdad, lo infinito, lo santo, lo bendito, la bandera, la roca, es decir Lo Eterno. Fuera de esa tierra que es el templo, donde se guarece la iglesia de aquello que son tierras extrañas, no elegidas, se encuentra el “hombre extraño” en contraposición al “hombre espiritual”, dicho de otro modo, vive el “hombre no elegido” por Lo Eterno, aquel “extraño” cuya espiritualidad no es la que emana de Lo Eterno. He aquí el NACIONALISMO PUEBLO donde el TEMPLO es el pueblo, de modo que la Fábrica de la que se compone el templo no es necesaria aunque sí precisa. Así, lo elegido por Lo Eterno ha de contenerse en unos límites, ha de entrar en el “templo”, es decir, en el “pueblo”. No hay, pues, motivo alguno para fomentar la “conversión” del “hombre extraño” en “hombre espiritual”. He aquí el TEMPLO en cuanto pueblo o nacionalismo, donde solo el “elegido” tiene acceso por su propia naturaleza de nacimiento. Pero, este “templo nacionalista” que separa al mundo en dos y se adjudica “para sí” a Lo Eterno, sigue teniendo en la “sala del arcano” la esencia de la ignorancia y del engaño, como lo propio de todo Templo; es ese lugar central, que define a todo templo, donde se oculta a los “hombres” la realidad de una imagen construida por las manos de un hombre y elevada a la categoría de representación de Lo Eterno. 

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