lunes, 14 de septiembre de 2020

05997-891.ESPAÑA: 48.Economía: 01.Autónomos y Estado

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                                       Módulos o Ingresos Reales: Libro "A" y Libro "B")


      Sí los EMPLEADOS FIJOS no cotizan, dicen, lo necesario para cobrar una jubilación como la que cobran, los AUTÓNOMOS, que apenas cotizan, están lejos de cobrar una jubilación decente. 

     Aunque el Estatuto de Los Autónomos del año 2007, del Gobierno Socialista de Rodríguez Zapatero, redujo las diferencias entre trabajadores y autónomos, las diferencias persisten de forma evidente. 

      El asunto de los PROFESIONALES AUTÓNOMOS es un puñal de doble filo; una parte del filo es el Estado, que no se fía de las cuentas del Autónomo, la otra parte es el Autónomo que padece del sentimiento de abandono por parte del Estado.

       Se trata de una lucha estratégica entre dos partes, Estado y Autónomo, que no han comprendido que en el mundo laboral solo pueden existir dos figuras; el dueño de la empresa y el trabajador de la empresa. 

     El TRABAJADOR DE LA EMPRESA es aquel que se encuentra atado a una condición que relaciona el trabajo para otro y el cobro de un salario por parte de otro. En España se separa el pago que la Empresa realiza al Trabajador en dos bloques esenciales; lo que efectivamente cobra el Trabajador y lo que la Empresa le retiene al Trabajador por diversos conceptos relacionados con la recaudación del Estado. Esta parte, en cuanto a conceptos, está clara.

     El DUEÑO DE LA EMPRESA puede no trabajar en la empresa, de manera que su actividad es meramente de inversión y de recogida de pérdidas y beneficios. 

     Pero si el DUEÑO DE LA EMPRESA trabaja en la empresa, adquiere la condición de trabajador de la empresa, lo que nos debería de llevar al párrafo anterior, esto es, la Empresa paga al trabajador y retiene al Trabajador la recaudación del Estado. Pero, no sucede de tal forma, y esto se sitúa el problema.

     Y el problema es la forja de una tercera figura en el mundo laboral al que se le conoce como Trabajador o Empresario Autónomo.

     El GERENTE de una empresa, que es un trabajador de la empresa, dispone de unos libros de cuentas, y responde de las mismas ante el Dueño de La Empresa; teóricamente, los libros de cuentas responden a la verdad de la actividad de la empresa; dejemos de lado la posible manipulación de los libros contables.

     Sin embargo, el AUTÓNOMO concentra en sí mismo las dos figuras esenciales, dueño y trabajador, y no reponde sino ante sí mismo en cuanto a los libros de cuentas, de manera que, al autónomo, le resulta fácil llevar dos libros de cuentas, el "A" y el "B", incluyendo en uno las facturas CON IVA y en el otro las facturas SIN IVA.

    Veamos un ejemplo: un HOSTELERO, a la hora de hacer la Declaración de la Renta, tiene dos opciones; extraer del libro de cuentas los datos para hacer la declaración o bien comenzar la declaración por el final o lo que quiere pagar al Estado, y terminar con el principio de la declaración o lo que le interesa decir al Estado que ha ingresado para pagar lo que quiere pagar conforme el final, ya puesto, de la declaración.

     Dicho todo lo anterior, ni el Estado se fía del Autónomo, ni este de aquel. 

     La SOLUCIÓN, con ser elemental, parece ser complicada; hay que destruir la figura del Autónomo, haciendo que todo autónomo sea simplemente un trabajador, y distinguiendo entre el trabajo en la empresa y la propiedad de la empresa, de modo que el autónomo, ahora trabajador, cobre un sueldo como trabajador y reciba pérdidas y ganancias como dueño de la empresa. 

    El PROBLEMA, sin embargo, persiste; no hay CULTURA PERSONAL que distinga entre el trabajador y el dueño cuando ambas figuras son la misma figura. 

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