sábado, 19 de septiembre de 2020

06012-208.POLÍTICA: Del Fascismo/Comunismo

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06006 (16.09.2020 - Malthus: 1766-1834)

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      (847.FASCISMO/COMUNISMO: CARL SCHMITT: 1888-1985) El devenir histórico ha convertido el ESTADO es una asociación más dentro de la pluralidad de la democracia que es la sociedad, cuando LA DEMOCRACIA es homogeneidad y unanimidad, de modo que las diferencias se eliminan dentro de la unidad política que es el Estado y donde un pueblo organizado en un territorio tiene un estatuto político. La comunidad que integra tal “estado” lo es suprema, de personas ligadas, y su acción política es una decisión en manos de un jefe. En esta democracia directa todo es político, el voto secreto parlamentario no existe, de modo que el JEFE es por aclamación, en masa y a viva voz, no hay elecciones, no hay representantes, solo el jefe. Pero para que este sentido del colectivo humano se acreciente, es necesaria la GUERRA en su sentido amigo/enemigo como unión o separación; sí el Estado lo es todo, y tiene un jefe, el enemigo es siempre un elemento contra el Estado.

      Es, pues, una idea del caos, del desorden y de la imperfección, donde toda abolición es buena e impetuosamente necesaria. La Idea de la Persona se muestra ahora como incomprensible, absurda e irracional, respondiendo a un impacto, (848.FASCISMO/COMUNISMO en 1920) pero y, sobre todo, a la DESCONFIANZA EN LA RAZÓN mediante los sentimientos intensos que guarda la persona en su interior y que han de dar lugar a dogmas e ideas que no se pueden discutir ya que emanan de la élite; esto ya arranca de páginas anteriores donde hemos visto diferentes intentos de socavar los elementos tradicionales del “pensar”, siendo la alternativa la autoafirmación, el nacionalismo y el culto al “jefe”. Lo que se impone es la REGLA SUBJETIVA en cuanto a fines de carecen de reglas objetivas, de forman que se construyen y crean aquellos elementos que satisfacen al “yo personal” y que terminan por definir el concepto de “estado” donde las ideas son vagas, confusas, simples y absolutas, pero cuya preeminencia surte efectos por una mera y constante repetición de las mismas hasta hacerlas “verdades”. Llegados aquí, la IDEA ya no vale, es el hecho lo que fundamenta la evidencia del mundo, de manera que la doctrina es el hecho y su práctica es el CORPORATIVISMO; si hasta ahora prevalecía el grupo humano impulsado por una élite, la Idea de la Persona nos presenta la exaltación del Estado por encima de las personas y de las clases sociales, ya que ambos quedan a disposición de la concepción centralista de la existencia dentro de una sociedad perfecta con un cuerpo central que unifica a subcuerpos con la élite. Se requiere, en primer lugar, OBEDIENCIA, y en especial la obediencia dentro de una masa humana que se presenta como protagonista de la realidad, de manera que la persona “es” por su pertenencia al grupo, dentro del cual se fórmula, a partir del miedo y la frustración individual como colectivo, la actividad violenta y la represión. Enfrente se sitúa al ENEMIGO, objeto y destino de la irreflexión que se impone al grupo. El componente social que se impone no es, en sentido estricto, interclasista, ya que la Idea de la Persona busca unificar a empresarios y trabajadores en un único colectivo, diferenciado sí, pero unificado bajo la dirección de la ÉLITE que posee los derechos jurídicos plenos, sostenidos por razones históricas, que implican la vulneración del “principio de igualdad” Y conlleva la práctica de la dirección por parte de una “minoría”. La DESIGUALDAD DE LAS PERSONAS se asienta como concepto, rompiéndose de tal modo con las ideas sobre igualdad que vienen dominando, rechazándose la falacia democrática en cuanto que el “número” no puede, ni debe, dirigir una sociedad. Una vez establecida la “sociedad”, se sustenta ésta en el “pueblo” con la superioridad de la élite sobre la masa, de forma que la desigualdad, además de ser un hecho, se fija como un ideal. Hay una sobrevaloración de valores masculinos tales como la virilidad y la camaradería, y la hermandad en las armas, que se acrecientan con la educación y el encuadramiento social, así como a través de los valores familiares tradicionales. Incide la Idea de la Persona en la mejora de la raza en cuanto pureza racial o negación del mestizaje, así como discapacitados. Se incrementa el mito de la RAZA PURA. Una segunda causa de desigualdad es la que hacer referencia a la MUJER en relación a los hijos, cocina e iglesia, y plenamente integrada bajo la dirección del Hombre. Semejante jefatura familiar se expande, en igual sentido, a una JEFATURA SOCIAL. Una “sociedad” necesita de la existencia de un “ser excepcional” que, puesto al frente de un pueblo, precisa que sus miembros le presten obediencia ciega y le sigan sin titubeos. La idea del Jefe es dogma, el carisma del mismo irrefutable y su legitimidad su propia persona. La expresión que se genera es expansiva, territorio e imperio sustenta el fin, y su ejecución se torna inaplazable, de forma que deviene en la OMNIPOTENCIA DEL ESTADO como ese sistema que integra trabajo y capital dentro de una estructura corporativa que promueve la plena identificación de la persona con lo social dentro del superior concepto de “estado”, a cuyo frente se sitúa el “jefe” con una idea plena como es todo para el Estado, nada fuera del Estado. La finalidad aquí se unifica con la expresa idea del “partido único” que conduce a las masas como portadora de la historia.

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