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A lo largo de todo cuanto se ha dicho hasta aquí, queda aparentemente claro como la Idea del Hombre ha transitado por una senda quebrada que se entiende en función de una serie de conceptos antagónicos; el Saber ha oscilado entre la Forma y la Materia, entre el Alma y el Cuerpo, y posteriormente entre la Razón y los Sentidos, pero ha sido la existencia de Lo Eterno y su inexistencia lo que ha prevalecido como centro gravitatorio del Conocimiento. Todo el desarrollo social y político se ha sostenido sobre el ABSOLUTISMO, toda la Ética y Moral sobre lo DIVINO y salvo leves apreciaciones que han intentado escapar de tales dualidades, la Idea del Hombre siempre se ha conducido entre lo Ideal y lo Real. Que la Naturaleza existe es una evidencia, y su origen es una ignorancia. Y es entre ambas realidades que el Saber es INVENCIÓN. Por esto es que cualesquiera de las dos visiones conducen a la Verdad General sostenida por una Decisión Personal.
De una ilustración entendida como un don sobrenatural con que Lo Eterno ilumina el Entendimiento se pasa a un Entendimiento donde el Progreso se opone al Absolutismo. Naturaleza y Razón es lo mismo, pero de la misma manera que la Naturaleza siempre siempre ha conservado su concepto como aquello que da asiento a cuanto existe desde un punto de vista material, interrelacionando su existencia como contrario de lo Sobrenatural, como contrario a lo artificial, como contrario a lo histórico, como la esencia de cada cosa, padece la Razón de concepciones diferentes, siendo sinónimo de intelecto si se entiende como facultad o capacidad para conocer, siendo finalidad si se refiere a las explicaciones que da a objetos e instrumentos o realidades. Es así como la Fe en la Razón, la instrucción de los hombres, el progreso y la igualdad, y una concepción de la totalidad donde Lo Eterno hace el Mundo, quedando éste gobernado por la Naturaleza, expresan los Derechos Naturales como los propios de un Estado de Derechos Civiles.
Sin embargo la Realidad genera dudas ya que los ensueños o alucinaciones nos proponen como realidades cosas que no existen al considerar solo como real el mundo interior formado por nuestros conceptos, de modo que tomamos los conceptos como objetos reales en virtud de creencias míticas o religiosas, sin apreciar los errores a que están sujetos los sentidos; es así como lo Ideal es más bello que la Realidad. Todo conocimiento y juicio ha de estar sometido a la Crítica al objeto de comprobar la solidez de los mismos. Lo Eterno como existencia es el centro del problema, pero recibe del Hombre la entidad que el Hombre le da, ya que no hay realidad alguna independiente del Pensamiento. Sin embargo, si Lo Eterno existe o no es algo que carece de importancia, el interés se encuentra en establecer de qué está hecho Lo Eterno.
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