martes, 22 de diciembre de 2020

06214-12.ARTE: Dadá

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     Publicado en la Revista “Capa” 
     Alicante, abril 1980
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DADÁ

Está en contra y a favor de la unidad 
   y decididamente contra el futuro

Dadá no existe para nadie.

El arte no es cosa seria.

Yo escribo un manifiesto y no quiero nada, 
   digo sin embargo ciertas cosas 
   y estoy por principio contra 
   los manifiestos, 
   como también estoy contra los principios.

Dadá no significa nada.

Una obra de arte jamás es bella, por decreto,
   objetivamente, para todos. 
   La crítica es por lo tanto inútil,
   no existe más que subjetivamente, 
   para cada uno, 
   y sin el menor carácter de generalidad.

El principio “ama a tu prójimo” 
   es una hipocresía; 
   “conócete” es una utopía.

Luego de la matanza 
   nos queda 
   la esperanza de una humanidad pacífica.
 
Estamos hartos de las academias 
   cubistas y futuristas: 
   laboratorios de ideas formales. 

La manera de mirar rápidamente 
   el otro lado de una cosa, 
   a fin de imponer su opinión indirectamente, 
   se llama dialéctica, 
   es decir, 
   regatear el espíritu de las patatas fritas
   bailando la danza método en derredor.

Si yo grito:
   Ideal, ideal, ideal
   Conocimiento, conocimiento, conocimiento
   Bumbum, bumbum, bumbum

La filosofía es la cuestión: 
   de que lado empezar a mirar la vida,
   dios, la idea, o cualquier otra cosa. 

Todo lo que uno mira es falso.

El pensamiento 
   es algo muy bonito para la filosofía, 
   pero es relativo. 

El psicoanálisis es una enfermedad peligrosa,
   adormece 
   las propensiones antirreales del hombre
   y sistematiza la burguesía.

El más aceptable de los sistemas es 
   no tener, por principio, ninguno.

Hemos proclamado 
   única base de entendimiento: el arte.

El arte es algo privado, 
   el artista lo hace para si mismo.

La lógica es una complicación. 
   La lógica siempre es falsa.

Casado con la lógica, 
   el arte viviría en el incesto,
   engullendo, 
   tragándose su propia cola, 
   siempre su cuerpo,
   fornicándose en sí mismo, 
   y el genio se volvería una pesadilla
   asfaltada de protestantismo, 
   un monumento, una pila
   de intestinos grisáceos y pesados.

La moralidad es la infusión de chocolate 
   en las venas de todos los hombres.

Así Dadá es la espontaneidad.

Todo producto del asco 
   susceptible de convertirse 
   en una negación de la familia, es Dadá.

Protesta 
   con todas las fuerzas 
   del ser en acción destructiva: Dadá.

De toda jerarquía y ecuación social 
   instalada para los valores 
   por nuestros lacayos: Dadá.

Conocimiento de todos los medios 
   hasta ahora rechazados 
   por sexo púdico 
   del compromiso cómodo y la cortesía: Dadá.

Abolición de la lógica, 
   danza de los impotentes de la creación: Dadá.

Cada objeto, todos los objetos, 
   los sentimientos y las oscuridades, 
   las apariciones y el choque preciso 
   de líneas paralelas, 
   son medios para el combate: Dadá.

Abolición de la memoria: Dadá.

Abolición de la memoria: Dadá.

Abolición de la arqueología: Dadá.

Abolición de los profetas: Dadá.

Abolición del futuro: Dadá.

Creencia absoluta, 
   indiscutible en cada dios 
   producto inmediato 
   de la espontaneidad: Dadá.

Libertad: Dadá, Dadá, Dadá, La Vida.

Dadá sitúa antes de la acción 
   y por encima de todo: la duda.

Dadá propone dos soluciones:
¡No más miradas!
¡No más palabras!

Dadá duda de todo.

Dadá es tabú.

Todo es Dadá.

Desconfíen de Dadá.

Pero los verdaderos dadás están contra Dadá.

Hay gente 
   que explica porque hay gente que aprende; 
   suprÍmAnlos y no queda más que Dadá.

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