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Publicado en la Revista “Capa”
Alicante, abril 1980
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DADÁ
Está en contra y a favor de la unidad
y decididamente contra el futuro
Dadá no existe para nadie.
El arte no es cosa seria.
Yo escribo un manifiesto y no quiero nada,
digo sin embargo ciertas cosas
y estoy por principio contra
los manifiestos,
como también estoy contra los principios.
Dadá no significa nada.
Una obra de arte jamás es bella, por decreto,
objetivamente, para todos.
La crítica es por lo tanto inútil,
no existe más que subjetivamente,
para cada uno,
y sin el menor carácter de generalidad.
El principio “ama a tu prójimo”
es una hipocresía;
“conócete” es una utopía.
Luego de la matanza
nos queda
la esperanza de una humanidad pacífica.
Estamos hartos de las academias
cubistas y futuristas:
laboratorios de ideas formales.
La manera de mirar rápidamente
el otro lado de una cosa,
a fin de imponer su opinión indirectamente,
se llama dialéctica,
es decir,
regatear el espíritu de las patatas fritas
bailando la danza método en derredor.
Si yo grito:
Ideal, ideal, ideal
Conocimiento, conocimiento, conocimiento
Bumbum, bumbum, bumbum
La filosofía es la cuestión:
de que lado empezar a mirar la vida,
dios, la idea, o cualquier otra cosa.
Todo lo que uno mira es falso.
El pensamiento
es algo muy bonito para la filosofía,
pero es relativo.
El psicoanálisis es una enfermedad peligrosa,
adormece
las propensiones antirreales del hombre
y sistematiza la burguesía.
El más aceptable de los sistemas es
no tener, por principio, ninguno.
Hemos proclamado
única base de entendimiento: el arte.
El arte es algo privado,
el artista lo hace para si mismo.
La lógica es una complicación.
La lógica siempre es falsa.
Casado con la lógica,
el arte viviría en el incesto,
engullendo,
tragándose su propia cola,
siempre su cuerpo,
fornicándose en sí mismo,
y el genio se volvería una pesadilla
asfaltada de protestantismo,
un monumento, una pila
de intestinos grisáceos y pesados.
La moralidad es la infusión de chocolate
en las venas de todos los hombres.
Así Dadá es la espontaneidad.
Todo producto del asco
susceptible de convertirse
en una negación de la familia, es Dadá.
Protesta
con todas las fuerzas
del ser en acción destructiva: Dadá.
De toda jerarquía y ecuación social
instalada para los valores
por nuestros lacayos: Dadá.
Conocimiento de todos los medios
hasta ahora rechazados
por sexo púdico
del compromiso cómodo y la cortesía: Dadá.
Abolición de la lógica,
danza de los impotentes de la creación: Dadá.
Cada objeto, todos los objetos,
los sentimientos y las oscuridades,
las apariciones y el choque preciso
de líneas paralelas,
son medios para el combate: Dadá.
Abolición de la memoria: Dadá.
Abolición de la memoria: Dadá.
Abolición de la arqueología: Dadá.
Abolición de los profetas: Dadá.
Abolición del futuro: Dadá.
Creencia absoluta,
indiscutible en cada dios
producto inmediato
de la espontaneidad: Dadá.
Libertad: Dadá, Dadá, Dadá, La Vida.
Dadá sitúa antes de la acción
y por encima de todo: la duda.
Dadá propone dos soluciones:
¡No más miradas!
¡No más palabras!
Dadá duda de todo.
Dadá es tabú.
Todo es Dadá.
Desconfíen de Dadá.
Pero los verdaderos dadás están contra Dadá.
Hay gente
que explica porque hay gente que aprende;
suprÍmAnlos y no queda más que Dadá.
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